Capítulo Diez: Infierno bajo tierra (Parte 2/2)

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Horas más tarde esa noche.

Encontrar a los niños se había convertido en una tarea bastante complicada para el trío, que intentaba destruir y a la vez sobrevivir a las criaturas de seis patas que mostraban tener una gran resistencia física, pues aquellas alimañas demostraban no sólo ser resistentes ante las balas por períodos intermedios de tiempo, sino que incluso demostraban para asombro de aquel trío de hombres armados que no demostraban signos de estar cansados, lo que era una muy mala señal para ellos quienes tenían que seguir huyendo en diferentes direcciones para aunque sea poder darse un respiro de las criaturas que tenían como objetivo: darles caza y muerte, además de encontrar y capturar a los niños que estaban muy bien escondidos por algunos lugares de todo el complejo. Y lamentablemente para esos hombres experimentados, su tormento aún no llegaba a su verdadero clímax, por el contrario, solo estaría aumentando de poco a poco como si fuera un volcán que estuviera dando signos de vida para luego empezar a hacer erupción.

El tiempo pasaba rápido y para el teniente no era más que algo que empezaba a asfixiarlo, ya que el tener que huir de las bestias que tenía que destruir le causaba cierta cólera, sumado a que no podían encontrar a los niños, hacia que todo fuera una combinación que dejaba más que estresado y furioso al joven teniente, que ahora se encontraban resguardado junto a sus compañeros en un pequeño cuarto y sentado en el frío y duro suelo, mientras a lo lejos se escuchaban los gritos de las bestias que ahora estaban en cualquier lugar del sistema de túneles, lo que de cierta manera ocasionaba que este mismo se estresara aún más, siendo notado por sus dos compañeros que inmediatamente decidieron darle su espacio y discutir sobre lo que harían si salían de aquel pequeño cuarto, pues era urgente que idearan algún plan, ya que el que habían ideado, fue totalmente estropeado por las criaturas en forma de araña que estaban más que empeñados en matarlos.

Una vez los dos hombres estuvieron a una distancia considerable del teniente, estos dieron inicio a su charla.

— Escucha señor misterioso, hay que hacer algo para salir de este maldito sitio y encontrar a los niños, además de buscar munición que pueda matar rápido a las putas bestias que hay allá afuera — Fue lo primero que menciono Choi en voz baja al tipo que tenía delante de sus ojos, para luego este responderle en el mismo tono de voz — Primero que nada y para evitar que me vuelvas a decir: “señor o chico misterioso”, te diré que mi nombre es: Jacob. Y volviendo a nuestro asunto, esas jodidas cosas son muy resistentes a las balas, no serán fáciles de vencer, y si no mal me equivoco, debe haber una armería con las municiones que necesitemos para acabar con esas horribles imitaciones baratas de arañas — Jacob se cruzo de brazos una vez que terminó de hablar, otorgándole el privilegio de hablar al pelinegro, quien igualmente se cruzo de brazos para luego intentar hablar, siendo este detenido cuando de la nada la pared se abrió, dejando relucir tres estantes de diferentes modelos de armas – entre los que destacaban fusiles, sub-fusiles de asalto, pistolas semi automáticas, revólveres y escopetas – paquetes de municiones especiales, al igual que cierto tipos de granadas de fragmentación y granadas de humo que los ayudarían a matar de una buena vez a sus enemigos.

Sin esperar alguna invitación, los tres hombres se acercaron a los estantes para de inmediato abastecer sus cartuchos de las municiones especiales y tomar al instante las granadas que portaban unos colores muy inusuales, siendo estos un color morado y rojo. Pero justo antes de seguir abasteciendo sus cartuchos, los tres escucharon la activación de un altavoz, y antes de que pudieran voltear para ver donde estaba aquel sistema de audio, este dejo que se escuchara una voz familiar y reconocible para Nathan y Piers.

chicos... Que bueno volver a... Verlos... Pensé que estaban... Muertos, pero... Por lo que veo no es así... Y es bueno, pues aún... Hay esperanza para la gente del pueblo... Y... Para el resto de civiles de toda... Rumania — De inmediato Nivans supo que aquella voz cansada era del agente rumano que para su gran sorpresa estaba con vida, por lo que de inmediato Piers dijo a la nada con una notable voz de asombro — Agente, es bueno saber de usted y que no esta muerto como pensé en un principio; y creo que el equipo estaba suponiendo su presunta muerte — El agente no pudo evitar reír ante lo dicho por el castaño, siendo escuchado por este mismo gracias a la bocina que seguía activada. Luego de unos segundos, la risa del agente se dejó de escuchar para luego este decir con una notoria voz muy cansada — Lo bueno... Es que aún... Me falta mucho por... Irme de este puto mundo... Nivans — Escuchar la voz del agente hizo que Piers temiera que le estuviera sucediendo algo muy malo, así que sin rodeos este le pregunto muy serio — ¿Qué es lo que te ocurre? Tu voz se escucha como si estuvieras a punto de desmayarte — A pesar de su preocupación, el agente no respondió, más en cambio este volvió a decir con su notoria voz cansada — Ustedes encontrarán... A los niños... En una vieja... Sala... De control a... Doscientos metros al este... De esa armería... Y deben darse prisa porque los... Insectos están próximos a llegar — Piers, al igual que los demás hombres sabían de inmediato que algo terrible le sucedió a ese pobre hombre, así que para evitar que se sienta incómodo por tantas preguntas, el castaño ordenó a los demás tomar la munición necesaria y si les era posible, llevar un arma secundaria.

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