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Sofía

Hoy día de nuevo me encontraba con los chiquillos, solo que esta vez estábamos en la casa del Benja. Habíamos venido a comer sushi y aún estábamos hueando acá.

Esto últimos días me había comenzando a juntar más con ellos y la verdad, la pasaba bacan con ellos.

—Ya po culiao, deja comerme el último sushi —el Matías le suplico al Amaro—. Sacrifícate por tu mejor amigo.

El Amaro lo miró serio unos segundos, hasta que cambió su cara, con esa sonrisa burlesca que siempre tenía. Y se echo el sushi a la boca mientras se reía de la cara del Matías.

—Eri como las hueas culiao —se cruzo de brazos.

—Llorón culiao —se burló el Amaro haciéndome soltar una risa.

—Y tú no reías Sofi —me apunto el Matías—. No se como puedes ser amiga de él.

El Amaro soltó un quejido como no, mientras negaba con la cabeza.

—Déjala tranquila, yo no más la puedo molestar —se sentó a mi lado el Amaro.

—Viste, más razones para que te caiga mal —puso sus manos en la cadera—. Lo único que hace es molestarte.

—Nunca dije que me cayera bien —levante los hombros diferente, mientras que el Amaro me miraba ofendido y el Matías se burlaba de él.

—Me duele que digas eso, aquí —señaló su corazón dramáticamente.

—Que bueno, te pasa por molestarme siempre.

—Es que es inevitable molestarte Sofi, eres muy enojona —.soltó una risa.

—Y tú eres insoportable —lo mire mal.

—Ves a ti igual te gusta moles...

—¿Vamos? —la voz de la Fran interrumpió al Amaro y por su cara deduje que no estaba muy contenta.

—Eh... si obvio —me paré y tome mis cosas.

—¿Que pasó fea? Ya te aburriste de verme —el Amaro la molesto.

—No pasó nada —hablo secamente mientras se dirigía a la puerta.

Mire confundida por donde se había ido mi amiga, pero la voz del Amaro me hizo volver a el.

—Algo le pasó, ella nunca esta así de tranquila. —murmuró para que solamente escucháramos lo dos.

—Veré que me pasa, así que me iré—le dije mientras le daba un beso en la mejilla despidiéndome.

—Nos vemos antipática.

|•••|

Llevábamos unos minutos caminando con la Fran hasta que me digne a preguntarle porque estaba así.

—Oye Fran... ¿Pasó algo? —inmediatamente colocó la vista en mi.

La escuché soltar un suspiro.

—Pelee con el Benja —hablo sin ganas.

—Chucha. ¿Y por qué?

—Es que... —se pasó una mano por la cara frustrada—. Dijo que siempre que el tocaba rl tema de tener algo más serio yo solamente lo evitaba.

—¿Y eso es verdad?

—No... o sea, bueno si, a veces —desvió la mirada—. Pero no lo hago porque quiera, si no porque ya sabes... todo esto... me da miedo.

Me quede callada unos segundos, pensando que decir.

—Y... ¿Has hablado sobre eso con el —ella negó con la cabeza.

—No.

—Pero Fran, deberías hablar con el y explicarle,  para que el sepa como tú te sientes realmente y que cuando tú evitas el tema no lo haces porque no te interesa estar con el, si no, porque tienes inseguridades.

—Yo... lo se, se que debería hacerlo, pero me cuesta —volvió a desviar la mirada—. ¿Y qué pasa si se molesta por eso?

Suspire.

—No creo que lo haga Fran, al final tu solamente te estarás abriendo con el y explicándole lo que sientes —hice una pausa—. Y si llegara hacerlo, sería muy ahueonao de su parte enojarse por eso.

Vi como guardo silencio unos segundos, hasta que volvió a mirarme.

—Yo... creo que lo haré, hablaré con el sobre eso —trato de sonreírme.

—Hazlo, verás que no pasará nada malo —le sonreí de vuelta.

—Gracias mi Sofi, te amo —me dio un beso en la mejilla algo brusco.

Y no pude evitar reírme.

—Yo también te amo bruta —vi como rodeo los ojos y no dijo nada más.

Pero sabía que el silencio con mi amiga no duraba demasiado.

—Oye... los chiquillos me dijeron que el viernes iban a ir a carretear. ¿Quieres ir? —me preguntó.

Le di una mirada rápida mientras seguíamos caminando.

—No gracias Fran, tú sabes, no me gusta mucho eso —hice una mueca—. Y por favor, no hagas lo mismo que el otro día.

La mire seriamente.

—No, tranquila bebé —soltó una risa—. Esta vez no haré nada.

—Eso espero —la mire dudosa, pero suavice inmediatamente mi mirada—. ¿Te tinca ir a tomar tecito a mi casa? Así estamos un ratito más juntas y de pasa vas a ver a mi mamá, dice que te extraña.

Una sonrisa apreció inmediatamente en su cara.

—Aceptó, con cualquier plan que tenga que ver con tu casa y tu mami —la mire obvia—. ¿Que? Yo amo a tu mamá y yo sé que ella igual me ama. Incluso creo que me quiere más a mi que a ti.

Rodee los ojos.

—Ya empezaste con la huea.

—Sofía, después de tantos años deberías aceptar que es verdad —sonrió burlescamente—. Yo se que soy una hija más en tu casa, cuando menos te des cuenta estaré viviendo ahí .

Hice una mueca.

—Ojalá eso no pase nunca diosito —junte mis manos, haciendo que la Fran me empujara suavemente—. ¿Que te pasa loca?

—Que feo que digai eso —se cruzo de brazos—. Aunque se que en el fondo de tu ser estarías más que feliz conmigo.

—Mmm... puede ser —solté una risa—. Ya mejor camina, que me dio cualquier frío.

Una vez que llegamos a mi casa huebiamos un rato en mi pieza, hasta que fuimos a tomar tecito con mis papás y como siempre, ahí estaba la Francisca recordándome que mis papá la querían más ella que a mi. Ya que es una de mis amigas,  bueno en realidad la única.

La verdad no solía ser tan sociable como ella, así que mi lista de amigos se reducía a la Francisca y al Mateo. Pero para mi eso era más que suficiente, sobre todo con la Fran. Sentía que de cierta manera ambas nos complementábamos muy bien y que podíamos ser nosotras mismas, sin juzgar a la otra. Eso es algo que más amaba de nuestra amistaba y esperaba que jamás cambiara.

¿Otra vez tú? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora