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Sofía.

Iba de camino a la casa de la Fran, hoy día era viernes y los chiquillos iban a hacer algo, dijeron que sería algo tranquilo entre nosotros así que por eso acepte ir.

—¿Hija te quedarás con la Fran hoy? —preguntó mi papá, ya que el se ofreció ir a dejarme.

—No lo se papá. —conteste.

—Bueno cualquier cosa me llamas no más, si quieres ir, yo te vengo a buscar, da lo mismo la hora hija. —me dijo mientras estacionaba el auto afuera de la casa de la Fran.

—Bueno papá, gracias. —le sonreí.

—Ya anda y pásalo bien, cuídate te amo. —se despidió con un beso en la frente.

—Yo igual te amo papá. —me despedí mientras bajaba del auto.

Entre a la casa de la Fran y sentí como mi papá comenzó alejarse de ahí, toque el timbre esperando que esta hueona sorda me escuchara, cuando la puerta se abrió me sorprendí ver que era el Mateo.

—Mateo. —lo salude feliz con un beso en la mejilla. —No sabía que venías.

—Estaba aburrido y está hueona me dijo que iban hacer algo, así que vine. —me sonrió.

Cuando entre no había nadie en la casa todavía, podía escuchar música pero bajita y no veía a la Fran por ningún lado.

—¿Y la Fran? —pregunté.

—Creo que está arriba. —dijo mientras cerraba la puerta, escuché pasos bajar la escalera.

—Llegaste zorritaaa. —se tiro sobre mi para abrazarme. —¿Tus papás no te dijeron nada?

—No nada, si sabes que siempre me dicen que si para venir a tu casa. —me aleje de su abrazo.

—Ya bacan, los chiquillos dijeron que estaban por llegar así qué hay que esperarlos no más. —explicó.

—Ya buena. —dije mientras me sentaba en el sillón.

Después de un rato esperando yo todavía estaba sentada en el sillón, bueno mejor dicho echada viendo tele, mientras que el Mateo ayudaba a la Fran a sacar vasos, ya que según ella no alcanzaba, aunque yo sabía que no lo había por floja.

—Yo se que me mandaste a mi a sacar los vasos culiaos porque te da flojera. —habló el Mateo.

—Como se te ocurre amigo precioso, nunca haría... —la interrumpió el sonido del timbre. —Sofi puedes abrir por favor.

—Bueno. —conteste mientras me dirigía a la puerta, cuando la abrí vi un Matías muy feliz con puras cosas para comer en las manos.

—Hola Sofi. —me saludo.

—Hola Matías. —le sonreí, detrás de él venía la Cami con el Bastian quienes también me saludaron.

—Hola Sofi. —me saludo el Benja. —¿La Pancha?

—Está en la cocina con el Mateo. —conteste.

Cuando esté avanzo pude ver al Amaro sonriendo.

—Antipática viniste. —dijo mientras seguía sonriendo.

—Hola insoportable. —lo salude, cuando ya estuvo adentro cerré la puerta.

—Pensé que no ibas a venir, como dijiste que no te gustaban estas cosas.

¿Otra vez tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora