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Sofía.

Eran como las 10 de la mañana e iba entrando recién al liceo, venía tarde porque tuve que ir al dentista temprano así que ahora iba de camino a la sala. Cuando pase por fuera de la inspectoría vi al Amaro sentado en una banca afuera de esta, su cara de molesto era más que evidente y no sabía si acercarme, hasta que mi lado curioso me dijo que lo hiciera.

—Hola. —salude una vez que estaba frente de él.

—Oh Sofi hola. —saludó y vi como su cara se relajó, ya no se veía molesto. —¿Recién vienes llegando?

—Ah si, tenía dentista por eso. —respondí. —¿Y tu qué haces aquí?

—Eh nada, solo me citaron el apoderado. —comentó.

—Chucha. ¿Y por qué? —pregunté arrepintiéndome de inmediato, ya que me sentí sapa. —Obvio si se puede saber.

—Por mi conducta y mis notas. —dirigió su mirada hacia el piso.

—¿Tienes muy malas notas?

—Ni tanto o sea lo único que me caga es matemáticas, le dan más color a donde tengo mala conducta. —explicó.

—¿No que dijiste que te iba bien en matemáticas? —pregunté un poco confundida, lo escuché soltar una risita.

—Te mentí. —comenzó a reírse. —Es que sabía que si te decía que me iba mal no querrías que estuviera afuera.

Rodee los ojos y crucé mis brazos.

—Bueno la verdad tampoco te había creído mucho ese día.

—Que feo. —me miro indignado, lo que me hizo sonreír.

—¿Y te dijeron que tienes que hacer algo o que? —pregunté.

—Si, sobre la conducta tengo que empezar a portarme mejor y puro bla-bla-bla. —dijo mientras hacía como que su mano hablaba. —Y sobre las notas sólo tengo que subirlas, y tiene que ser ahora, porque en el segundo semestre se me hará mas complicado a donde salimos antes y todo eso, tuve que firmar un compromiso donde decía que iba a subirlas. —lo último lo dijo con una risa un poco burlesca.

—¿Y te cuesta mucho matemáticas?

—Si, es que no le entiendo al profe cuando explica y siempre que lo llamo para que me explique me deja ahí. —cruzó sus brazos.

—¿O no será porque te pones a huear en la sala? —cuestione.

—Mmm puede ser. —dijo mientras asentía con la cabeza, no pude evitar reírme por su cara.

—Pero viste que ni pones atención, como quieres que te valla bien. —lo mire obvia.

—No si ahora me pondré las pilas, de verdad.

Lo mire unos segundos pensando bien en la idea que tenía en mente, no sabía si decirla o si mejor me quedaba callada, hasta que me decidí.

—Oye no se si quieres, pero te puedo ayudar. —propuse. —Obviamente que con matemáticas, ya que sobre tu conducta tu eres el que tiene que mejorar eso.

—¿Enserio? —preguntó sorprendido.

—Si enserio, con el único compromiso que debes poner atención igual en clases de matemáticas, así será mucho más fácil ayudarte.

—Sisi obvio, lo que tú digas lo haré. —me sonrió. —Pero... ¿No será una molestia para ti cierto? Lo digo porque no quiero que se te haga pesado después con tus cosas del liceo.

—No tranquilo, si te lo estoy diciendo es porque puedo. —sonreí.

—Ya bacan. —seguía con su sonrisa. —De verdad gracias por esto Sofi, no se como agradecértelo.

¿Otra vez tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora