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Amaro.

Ya po Sofi, vamos —mencione mientras la miraba.

La Sofi estaba parada con los brazos cruzados, haciendo un puchero.

—¿Que te pasó ahora? —le pregunté.

En todo en camino desde su casa hasta acá se ha quejado.

—Es que me da vergüenza —habló algo bajo.

Rodee los ojos apenas la escuché volver a decir eso. No se cuantas veces lo ha dicho ya.

—Sofi po, ya estamos acá —la mire—. Mi mamá no te va a decir nada malo. Yo sé que te va amar, o sea quien no te amaría.

Me quedo mirando uno segundos y vi como sus mejillas se comenzaron a poner algo rojas. Haciendo que me diera ternura.

—¿Vamos? —pregunté con una risita.

—Bueno —contestó con una sonrisa.

Tome su mano para entrar a mi casa. Cuando abrí la puerta no vi a mi mamá ni a la Pía.

—Mamá ya llegamos —hablé algo fuerte.

—Ya voy —gritó.

Sentí como la Sofi me apretaba suavemente la mano. Le di una sonrisa y le acaricie la mano. Sabía que estaba nerviosa, lo notaba en su carita.

Después de unos minutos mi mamá venía saliendo de la cocina, con una sonrisa. Se acercó alegremente hacia la Sofi, saludándola con un beso en la mejilla.

—Un gusto conocerte. El Amaro ha hablado mucho de ti —le dijo con una sonrisa.

Sentí como mis mejillas se colocaron rojas. Y escuché una risita por parte de la Sofi.

—Mamá —la mire mal, aunque me ignoro. Su atención solo estaba en la Sofi.

—Igualmente —mencionó con una sonrisa nerviosa.

—¿Tu hermana bajó a saludarlos?

Yo solo negué con la cabeza.

—¡Pia, baja, llegó hermano! —llamó a mi hermana.

—¿Sofi quieres juguito o algo? —preguntó mi mamá.

—Eh... jugo estaba bien —sonrió.

—¿Y yo? Ni me preguntaste.

—Tu sírvete solo —menciono y salio echa un peo a la cocina. No entendía porque estaba tan eufórica esta señora.

Escuché como la Sofi soltó una risita y puse mi mirada en ella.

—No te rías, esta señora es mi haters número uno —me cruce de brazos.

—Exagerado —mencionó entre risas y me iba a responder pero justo llegó mi mamá con el vaso con jugo para la Sofi.

—Tome —se lo pasó.

—Muchas gracias —la Sofi le sonrió.

Vi como mi mamá se sentaba en el sillón que estaba frente a nosotros.

—Así que Sofi, tú eres quien ayudaba a este otro a estudiar.

—Si —sonrió.

—Yo te quería dar las gracias por eso Sofi, porque bueno, tu ayuda le sirvió mucho y ahora me está yendo mejor —mencionó con una sonrisa.

Yo solo rodeé los ojos, ya se iba a poner latera.

—No hay de que —sonrió—. Bueno yo lo ayude con lo que más sabia, pero parece que el que sabe más ahora es otro.

¿Otra vez tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora