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Sofía

Los días cada vez iban pasando más rápido y eso me daba miedo, oficialmente quedaba casi un mes de clases, se que todo el año dije que quería salir de cuarto, pero ahora me da miedo.
No quiero vivir la vida adulta.

Este último tiempo han pasado algunas cosas, primero, hablamos las cosas con la Fran y quedamos en que era estupido que peleáramos por el Amaro, y que ella iba a respetar mis decisiones, así que por ese lado estamos bien. Segundo, bueno... puedo decir que la distancia que existía con el Amaro ya no es tanta, pero no se ilusionen, porque no es como creen.

Estuve pensando y en realidad yo si considero a los chiquillos como mis amigos, y este tiempo he extrañado estar con ellos, reírme con ellos y todo eso. Y después de alejarme, por bueno, por todo y sobre todo la incomodidad, la Camila con Matías me convencieron qué tal vez probar no hacía mal, así que acá estamos.

Al principio era algo incómodo, tener que estar en el mismo lugar con el, pero gracias a los chiquillos después dejo de ser tan incomodó y puede que por el también. El Amaro comenzó a ignorar mi existencia y por otra parte comencé hacer lo mismo, así que simplemente imaginaba que no estaba ahí, aunque no negare que se me hacía algo difícil y que los ojos se escapaban a ratos donde el.

—¿Entonces eso es un si? —habló el Matías hacia el Amaro.

Estos estaban hablando de algo que no le había prestado mucha atención.

—No —hablo serio.

Algo de estar de nuevo cerca de ellos, era esa distancia, que aunque trataba de evitarla existía, el Amaro no era el mismo que había conocido desde un principio y no sabía si era porque yo estaba acá o simplemente siempre fue así. Tan... tan frío con el resto.

—Pero hueon —cruzó de brazos el Matías.

—Pone la tuya po hueon.

—Aaah si sabi que mi mamá le pone color —todos se estábamos atentos a ellos dos—. A vo no te cuesta nada.

—Ay si, me cuesta tanto —se puso la mano en la cabeza de manera exagerada, fingiendo como si estuviera cansado. Y no se porque razón salió una risita de mi, haciendo que su vista se posara en mi, después de tanto  tiempo.

Inmediatamente sentí mis mejillas enrojecer y la primera huea que hice fue hacer como que revisaba mi celular. ¿Porque chucha me había reído? Si ni siquiera dijo alguna huea chistosa.

—Amaro po, te estoy hablando —volvió hablar el Matías—. ¿Siii?

De reojo volví la vista hacia estos dos y el Amaro ya se encontraba mirando al Matías, gracias diosito.

Sentí como alguien en empujo suavemente el hombro, giré un poco era la Cami, quien estaba al lado de la Fran y subían, y bajaban las cejas. Las miré mal y les saqué el dedo de al medio.

Son hueonas estás a veces.

—Habla po hueon —la voz del Matias volvió a sonar.

—Ya hueon —soltó cansado el Amaro.

—¿Eso es un si?

—Si conchetumare y déjate de huear.

—Gracias wawita linda, si yo sabía que ibas a terminar de decir que si —trato de abrazarlo, pero el Amaro se alejó de este.

—Que no te iba a decir que no, si puro que hueaste —hablo la Cami.

—Ya saltó la envidiosa, no te voy a invitar —se cruzó de brazos.

—Ni que quisiera ir, ademas ni se de que huea hablaban, ahueonao —le sacó el dedo de al medio.

—¿Es la huea de halloween o no? —habló esta vez el Benja, quien estaba abrazado con la Fran.

—Eso mismo —sonrió orgulloso el Matías.

—¿Para esa huea tanto me hueaste? Falta más que la chucha —soltó el Amaro.

—Ah donde culiao, ya estamos a octubre —se cruzó de brazos.

—Pero a primero po ahueonao —salió esta vez la Camila.

—Pero a mi me gustan las hueas con anticipación y además, no vo no te metai loca.

—Uuuy se picó —se burló la Camila.

No pude evitar sonreír, al fin en casa.

Y no se porque me dio por correr la vista a donde estaba el Amaro, y lo encontré con su mirada fija en mi, e incluso que cuando nuestras miradas chocaron ni siquiera la corrió. Sentía mis mejillas calientes, necesito salir de acá.

—Voy al baño —le susurre a la Cami.

—Bueno mi vida, vaya —me sonrió.

Rápidamente salí de ahí, de camino al baño. Ni siquiera entre a uno de estos, solo me quede un rato frente al espejo mirando mi cara roja, me veía tan hueona.

No se cuanto tiempo estuve ahí, pero sabía que ya debía salir o si no las chiquillas me molestarían con sus weas.

Cuando iba saliendo mi celular sonó, así que lo saqué para ver que era, pero una voz me distrajo.

—¿Vas a seguir evitándome?

Al escuchar esa voz trague en seco, lentamente levante la vista y ahí estaba, el Amaro frente a mi con los brazos cruzados.

Dude unos segundos en que decir, pero hasta que la voz salió.

—¿Evitándote yo? —solté una risa irónica—. Deberías hacerte esa pregunta a ti mismo mejor.

—¿A mi mismo? Claro si yo soy el que te evita o... ¿quien es la que no me habla y ni siquiera me mira desde que volvió a juntarse con nosotros, tú o yo? —levante sus cejas.

Me cago po.

—Si te molesta que me junte con ustedes solo debe...

—No he dicho eso Sofia —me miró serio—. Ni siquiera me molesta, lo que me molesta es que hagas como que no existo.

Ya no estaba con sus brazos cruzados, solo me miraba serio.

—Lo siento...

¿Porque chucha me disculpaba? Me cargaba sentirme tan vulnerable cerca de él.

Noté como se acercó un poco hacia mi y yo no hice ni esfuerzo de alejarme, solo me quede en mi lugar.

—No te disculpes Sofi, solo... no me ignores, no te pido que me hables como si fuéramos amigos o algo así, pero por lo menos mírame —ya no me miraba serio, si no con algo de tristeza—. Solo te pido eso, porque créeme que me duele que ni siquiera me quieras mirar.

Lo mire unos segundos y la cara que tenía, de pena, como si estuviera suplicándome y que me pidiera que lo mirara, me hizo sentir algo.

—Está bien —susurré para que ambos escucháramos.

Este me miró unos segundos, mirándome algo ¿sorprendido?

—¿De verdad? Pensé que me ibas a mandar a la chucha.

—Si... de verdad y supongo que me aburrí de mandarte a la chucha —trate de darle una sonrisa.

Al final sentía que de nada servía llevarnos mal o tener esa tensión de mala onda, si teníamos los mismos amigos y estábamos en el mismo grupo.

Noté como sonrió.

—Gracias Antipática —.dijo con una sonrisa, para después girarse e irse en dirección a donde estaban los chiquillos.

Yo me quede ahí, mirándolo detenidamente. Escucharlo decir otra vez "antipática" hizo que sintiera lo mismo que ese día, esas ganas de acercarme mucho más el, de abrazarlo y dejar mi orgulloso de lado.

¿Otra vez tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora