18

1.6K 88 2
                                    

Sofia.

¿Tu enseñándole al Amaro matemáticas? —preguntó confundida mientras esperábamos por salir de la sala.

—Si. ¿Que tiene? —pregunté.

—Eh... primero eres la persona que menos paciencia tiene en el mundo. Y segundo el Amaro saca de quicio a cualquiera, esa mezcla no será la mejor —explicó.

—¿Disculpa? Yo si tengo paciencia, que no la tenga contigo no significa que no la tenga para otras cosas —la mire obvia mientras ponía mis manos en la cintura.

—Que feo, conmigo deberías tener más paciencia que con los demás —dio una mala mirada. —Profe ya estamos en la hora po —dijo mientras mostraba su celular.

—Ya pueden irse —habló el profe más que molesto. Mi amiga no se demoró ni un segundo en salir echa un peo de la sala.

—Shh gracias por esperarme hueona —me queje una vez que ya estaba fuera de la sala.

—De nada mi vida —me lanzo un beso. —Bueno yo ya me voy, llego mi hombre.

Vi como el Benja venía acercándose a nosotras junto al Amaro.

—Los compadezco —dijo esta mientras se aleja de a poco de nosotros. Rodeé los ojos.

—¿Por que? —preguntó confundido el Amaro.

—Porque ella no tiene mucha paciencia —me señaló. —Y tú eres muy hincha hueas, si te molesta mucho yo que tú lo tiro por las escaleras de tu casa Sofi. —mencionó haciendo reír al Benja y a mi.

—Chistosa —murmuró el Amaro.

Después de esa corta conversación nuestros dos amigos se alejaron complemente de nuestras vistas.

—¿Vamos? —pregunté.

—Vamos —afirmó el Amaro. —Así que no tienes muchas paciencia, bueno la verdad ya me había dado cuenta de eso —soltó una risa.

—Camina ahora o si no olvídate que te ayudaré —hablé molesta mientras comenzaba a caminar.

—Ya perdón —siguió riéndose mientras llegaba a mi lado.

El camino hacia mi casa fue tranquilo, vinimos conversando de cualquier cosa y tuve que escuchar una que otra huea molestosa del Amaro, aunque ya me estaba comenzando acostumbrar.

Una vez que estuvimos fuera de mi casa el Amaro se detuvo para hablar.

—¿Quien esta en tu casa? —preguntó algo nervioso.

—Mi mamá supongo, mi hermano por la hora aún debe estar en el liceo y mi papá llega más tarde, así que tranquilo —comente.

—¿Tranquilo? Lo estoy siempre. Yo sé que tu mamá me va amar —dijo orgulloso. —Todos lo hacen, hasta tu.

Me reí y lo mire obviamente antes de hablar.

—Eso crees tu —mencione antes de abrir la puerta a mi casa, haciendo entrar al Amaro.

—Mamá ya llegue —dije algo fuerte para que me pudiera escuchar.

—Oh hola hija —saludo mientras salía de cocina. —¿Tu debes ser Amaro cierto?

—Si, ese soy yo —dijo el Amaro mientras sonreía. —Mucho gusto.

—El gusto es mío hijo —le sonrió mi mamá muy contenta. —¿Quieren comer algo?

—¿Tienes hambre? —pregunté al Amaro.

—No, estoy bien —respondió.

—Bueno. Si tienen hambre me avisan y les subo algo para comer. Suban no más a estudiar, que les valla bien —fue lo último que dijo antes de volver a entrar a la cocina.

¿Otra vez tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora