FINAL

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Sofía.

7 años después

Me estaba por terminar de arreglar cuando escuché la bocina de un auto y supuse que era el Amaro, y lo confirmé cuando me asome por la ventana de mi pieza.

Tome mis cosas y baje rápidamente, encontrándome con mi pololo esperando y obvio, nuestra lapa, el Matías.

—Shh demoraré más loca —hablo el Matías desde el asiento de atrás.

Una vez que me subí al auto y me puse el cinturón me giré para verlo.

—Te aguantas —le saqué la lengua.

—De lo mucho que te demoraste, cuando lleguemos esa guagua ya habrá nacido.

Lo mire mal.

—Cállate loco —me cruce de brazos.

Noté la mirada del Amaro en mi.

—La vuelves a molestar y te bajo culiao, no me importa nada —lo miro desde el espejo retrovisor.

Escuché al Matías soltar un quejido, cosa que me dio risa. Y volví a mirar al Amaro.

—Hola amor —lo salude con un beso en los labios.

—Hola antipática —me sonrió.

Aunque hayan pasado 7 años el seguía diciéndome ese maldito apodo, que al principio lo odiaba, pero ahora podía acostumbrarme a el.

Y si, habían pasado 7 años, hasta yo me sorprendo. Y aunque siempre lo quise, jamás me imaginé durar tanto con el Amaro, pero después que volvimos cuando teníamos 18 años, no hubo quien nos pudiera separar. Nuestra relación se había puesto más firme y cada vez más linda, comenzamos a cumplir nuestras metas juntos y nos apoyábamos en casa momento.

Incluso ahora, después de mucho tiempo de esfuerzo y trabajo, por fin íbamos a tener nuestro propio espacio. Hace unos años atrás el Amaro se le ocurrió la idea de que debíamos vivir juntos y si se le mete una cosa en la cabeza, no hay quien se la saque. Y bueno, ahora lo pudimos cumplir, ya estaba todo casi listo, solo faltaba los últimos detalles y podríamos vivir juntos.

—Supongo que cuando ya tengan su departamento me van a invitar siempre po —habló el Matías desde atrás. El Amaro no le presto mucha atención, solo estaba concentrado en manejar.

—Sueña, incluso fingiré no estar para no abrirte la puerta —hablé.

Escuché a mi pololo reírse a mi lado.

—Que feo Sofía —lo escuché decir detrás de mi—. Y pensar que cuando recién te conocimos eras tan tranquilita, y ni peleabas.

—Bueno eso ya pasó.

—Lamentablemente.

Como pude le mostré el dedo de al medio y ahí se quedó callado, gracias señor.

El Matías, bueno seguía siendo el Matías, con sus ganas de tomar y comer siempre que puede, aunque el mismo se había apodado el "soltero del grupo" sabíamos que de alguna formaba no le gustaba estar solo, por eso sacamos la conclusión que anda pegado a cualquier a de nosotros si puede.

Después de casi media hora en el auto, escuchando una que otra huea del Matías, por fin llegamos. Emocionada me baje del auto.

—Ay amiguita tengo la misma emoción que tu, solo que la mía es por la comida —hablo a mi lado el Matías.

Una vez que lo vi lo mire mal.

—Estupido.

Lo vi sacarme la lengua y avanzar hacia adelante.

¿Otra vez tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora