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Sofia.

Después de que las chiquillas me huebieran casi toda la semana para que fuéramos al carrete de halloween me terminaron por convencer. Con la única excepción de que no tomaría, mucho menos si tendría al Amaro cerca.

Aunque las cosas entre los dos ya no eran tan incomodas como antes, aún así me daba cosa estar cerca de él, porque sabía que mis sentimientos hacia el nunca se fueron o tal vez no al cien por ciento.

Y sobre todo ahora, que las cosas volvieron un poco a ser como "antes", aunque lo evite a toda costa que esto volviera pasar, solo pasó. Y supongo que es inevitable tenerlo cerca, y no poder tener esa cercanía, aunque sea como amigos.

Así que ahora me encontraba arreglándome para ir al carrete, en realidad no me emocionaba mucho disfrazarme, pero solo lo hice por el Matías y porque me huebio caleta, y prefiero que se mantenga callado a que me moleste por un año.

Después de sentirme indecisa casi toda la tarde del disfraz me termine por convencer, en verdad no era mucho, pero por fin me había gustado.

Como soy poco original me disfracé de vampiro, era lo más fácil que encontré y no tenía que ponerme tanta huea. Así que iba con una capa pequeña que me llegaba hasta la altura de la cintura, una polera cortita negra y una falda del mismo color, esta última no suelo ocuparlas mucho, no son muy de mi agrado, pero supongo qué hay que probar cosas nuevas. Ah y por último la Fran me había maquillado parecido a un Vampiro o bueno había hecho el intento, pero no me quejaba, se veía bien.

—Ya ahora si estamos listos —hablo la Fran con una sonrisa.

Esta iba disfrazada de cupido, en donde iba en conjunto con el Benjamin, ya me imagino que huea lo hizo ocupar. Y como la Cami es igual a mi, poco original, se había disfrazado de diablo, según ella no se iba andar pegando el show por el ahueonao del Matías, así que compró la primera huea que pillo.

—Si, yo creo que si —me mire por última vez en el espejo y me giré hacia donde mis amigas—. Vamos no más.

Íbamos saliendo de mi pieza hasta que la Fran volvió hablar.

—¿Va ir tu hermano?

—¿Que? No

La Fran apunto atrás de mi, en donde se encontraba el Felipe con una máscara en la mano.

—¿Y vo? —le pregunté.

—Iré contigo.

—Aaah no, chao —baje rápidamente las escaleras.

—¡Pero Sofía! —lo escuché gritar.

Una vez que llegue al primer piso vi a mi mamá sentada en la mesa con el computador, supuse que estaba trabajando. Las chiquillas no tardaron en bajar detrás de mi.

—¿Que pasó? —preguntó confundida mi mamá.

—No quiere llevarme —se cruzó de brazos.

—Pero si yo no te he dado permiso —hablo mi mamá.

—Viste, así que vámonos chiquillas no más —agarre a cada una por la espalda empujándolas hacia afuera —Chao mamita.

—Pero mamá por favor, te lo pido —escuché que le suplicaba a mi mamá y yo sabía que iba a terminar esto.

—Pero si tu hermana no quiere ir contigo Felipe, no puedo obligarla.

—Ya po Sofi —se acercó a mi tomando mi brazo—. Te lo pido, el último que voy contigo y después no te huebeo más.

—No quiero Felipe.

—Ya po hermanita, hago lo que tú querai —rodee los ojos.

—Ya hueon, ven —solté cansada.

¿Otra vez tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora