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Sofía.

Eran como las 9 de la mañana y nos encontrábamos en clases de filosofía, estaba que me quedaba dormir, no hay nada más que me cargue que esta clase, la profe es simpática y todo, pero por más que trate de ponerle atención no puedo. Estaba recostada en la mesa mientras escuchaba a la profe hablar sobre la clase, hasta que unos golpes en la puerta la interrumpieron.

—Pase. —gritó ella, a lo que la puerta se abrió.

—Profe la inspectora quiere hablar con Sofía López, dice si puede ir a su oficina. —escuché hablar a esa voz conocida, era el Amaro, pero eso no fue lo que llamo mi atención si no que la inspectora quería hablar conmigo. ¿Que hice?

Levante rápidamente la cabeza dándole una mirada entre dudosa y de miedo a mi amiga.

—Señorita López vaya. —me indicó la profe, esperando a que saliera de la sala para así ella pudiera continuar con su clase.

Me paré suavemente y caminé hacia puerta, nerviosa pensando el porque la inspectora me llamaría a su oficina, o sea nunca me ha llamada para algo malo, espero ahora no sea la excepción. Cuando ya estuve afuera mire al Amaro esperando que me dijera algo respecto del porqué tengo que ir hacia allá.

—¿Sabes porque me llama? —le pregunté.

—Por nada —contestó.

—¿Como por nada? ¿Entonces para que me quiere? —volví a preguntar dudosa.

—Dime que no te enojaras y te lo digo —me miro asustado.

—Amaro habla ahora —ordene molesta.

—Nunca te llamo la inspectora, estaba aburrido y no quería estar en clases —explicó.

—¿Y que tiene que ver eso conmigo? —pare de caminar.

—Que no quería estar solo y por eso te saqué de la sala. —me dijo mientras sonreía.

—¿Es enserio? —pregunté molesta. —Estaba en clases Amaro.

—Se que estabas en clases de filosofía y que también estabas aburrida, y que mejor acá tu salvación. —se señaló dándome una sonrisa.

—¿Como sabias?

—La Pancha le dijo al Benja y bueno por eso estoy acá. —explicó.

Rodeé los ojos y me cruce de brazos.

—Me voy a sala. —solté molesta mientras me daba la vuelta para volver a clases.

—Espera. —agarro mi brazo suavemente. —Quédate conmigo, se que te aburre filosofía, la profe ni se dará cuenta, lo juro.

Me quede pensando unos segundos y tenía razón, si me quedaba un rato más ahí me quedaría dormida, tal vez no sería tan malo saltarme un rato de clases.

—Mmm... ya bueno, pero solo un rato. ¿Escuchaste? —le advertí. —¿En que clase estabas tú?

—Matemáticas. —contestó tranquilamente.

—¿Y no deberías estar ahí en vez de andar saltándote clases?

—Tranquila antipática, si me va bien en matemáticas, así que cero atao.

—Si tú lo dices. ¿Y a donde vamos a ir sin que nos pillen? —pregunté.

—Ven sígueme. —lo empece a seguir y llegamos a un patio del liceo que lo había visto a la pasada no más algunas veces.

—¿Acá? —pregunté y el asiento la cabeza. —¿Seguro que no nos pillarán?

—Tu tranquila, nunca vienen para acá. —explicó.

¿Otra vez tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora