Cap 47: Desayuno al estilo semidiós

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Con un sutil movimiento de la muñeca, Nico abrió una brecha en Central Park haciendo que la horda de ciclopes colapsara en ella.

—¡Percy! —gritó el menor.

Para ese instante, tras dirigir sus manos extendidas hacia el pozo, Percy logró llenarlo rápidamente de agua hasta hundir parcialmente a los monstruos y, tras localizar a Jason en la cima de un árbol con su espada dirigida al cielo, el hijo de Poseidón gritó:

—¡Ahora Jason!

Un gran rayo atravesó el cielo despejado de Nueva York e impactó directamente en la piscina donde los seis ciclopes luchaban por escapar. Cuatro de ellos se carbonizaron en el acto, los últimos dos murieron a manos de dos espadas de hierro estigio y bronce celestial.

Nico se dejó caer con cansancio una vez abrió un pozo aún más grande para dejar caer todo directamente a lo más profundo de la tierra.

—No te desmayes todavía, Nicks—dijo Jason ofreciéndole lo último que les quedaba de ambrosia—Will nos matará si te llevamos inconsciente.

Al lado de ambos, Percy murmuraba en acuerdo mientras dejaba la superficie del parque como estaba, sin rastros de batalla divina. Luego miró a los menores:

—Podemos ir a mi casa a reabastecernos y comer algo antes de ir al Campamento—propuso pensativo—Pero antes, —se agachó a la altura de ambos y dejó salir un poco de agua del suelo para pasarla por el corte que Jason tenía en su brazo y los rasguños de la rodilla de Nico—no están curadas completamente, pero será suficiente para prevenir una infección o ralentizar algún tipo de veneno antes de consumir ambrosia o néctar.

Jason le sonrió agradecido sintiendo como la pesadez de su cuerpo se hacía ligera.

—Gracias Percy—luego lo observó con algo de preocupación al ver como su rostro se ponía cada vez más pálido— ¿Seguro que aguantas hasta llegar a tu casa?

—Aún falta bastante por caminar y parece que un gigante acaba de aplastarte, Jackson.

Percy se rio con fuerza.

—No es nada, estoy bien—antes de que pudieran contestar se puso de pie de un salto y volvió a tambalearse—Solo necesito desayunar, olvidé hacerlo antes de bajar al inframundo a las tres de la mañana.

Nico le pegó en las pantorrillas antes de ponerse en pie.

—Quería ir solo, ustedes se metieron.

Jason le golpeo el hombro.

—Cállate Nico y, hoy invitas.

—Considéralo bajo el concepto de viáticos, di Angelo.

(...)

Tras rodar por un par de cuadras, los semidioses entraron como un torbellino a la primera cafetería que encontraron abierta. Cubiertos de hollín, polvo y sangre seca de monstruo, se agruparon en la mesa más alejado esperando que no los sacaran a patadas por lucir como vagabundos.

—Dioses, muero de hambre—susurró Percy—Lo siento Nicks, abusaré de tu salario de Rey de los Fantasmas.

E iniciaron a ojear el menú hasta que...

—Mierda—masculló Jason por lo bajo—Maldita dislexia.

Nico, frente a Percy, levantó la cabeza asustado.

—¡Jasón! —exclamó sorprendido—Sabes decir groserías.

—Que gracioso, Di Angelo—dijo el rubio—Pero entiende, no se cual es la tarta de manzana con limón o tragos de wiskye con jengibre.

Nico volvió a reír bajo y Jason, esta vez, golpe su cabeza molesto; Percy los miró mientras intentaba adivinar los precios.

—No será necesario—murmuró volviendo la vista al menú—Terminarás pidiendo cacao frio con un par de waffles y miel.

—Siento que Annabeth te pega fetiches raros—dijo Jason extrañado.

Nico se limitó a gruñir y enterrar su rostro sobre la mesa.

—Solo necesito un café para funcionar hasta el almuerzo.

Tanto Jason como Percy golpearon al menor en señal de protesta y solo pararon al ver como la joven mesera se acercaba.

—Buenos días—saludó mientras intentaba mantener su expresión entre el asombro y la confusión—Disculpen la pregunta, pero, ¿Necesitan que llame a alguien? Lucen como si un tren los hubiera arroyado.

Nico parpadeo confundido mientras Percy continuaba limpiando un corte de su antebrazo. Jason suspiró resignado a responder:

—No te preocupes, nos caímos por una brecha y queríamos desayunar antes de ir a casa—le sonrió amablemente intentando pasar por alto el hecho de que probablemente lucían como asaltantes de huertas o algo parecido.

—Claro, —dijo no muy convencida forzando aún más su sonrisa—Vendré en un momento a tomar su pedido.

Una vez se alejó, Nico frunció el ceño hacia sus primos.

—¿Tan mal lucimos?

Percy lo miró incrédulo.

—Nico, tienes la cara verde, hojas en el pelo y la chaqueta manchada de sangre—luego miró a Jason— Él trae una venda en su brazo, los pantalones rotos y un corte en la mejilla, aunque sus lentes lucen bien.

El hijo de Júpiter soltó una carcajada.

—No olvides tu camisa rasgada y por favor, detén la hemorragia nasal—esta vez lo miró con burla, casi desafiante—No se me antoja luchar con la Madre Tierra de nuevo a inicios de la semana.

Percy se tapó la nariz a tiempo y mandó un puntapié al rubio.

—Solo pide Grace, quiero panqueques—le dirigió una mirada exigente—y que sean azules—luego se dirigió al italiano que se inclinaba en sus brazos sobre la mesa—Y tu di Angelo, no te duermas,—pidió— te golpeaste la cabeza cuando caímos. Iré a lavarme.

—Claro mamá. 

One Shots: Percy JacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora