Cap. 19: ¿Traes Cajitas Felices?

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-¿A dónde vas?- pregunto alguien, probablemente desde el umbral de la puerta descansando su peso en el marco de madera. Me gire y sonreí ante la certeza de mi suposición.

-¿Te incumbe?- respondí y de inmediato Zoë frunció su ceño, odiaba las preguntas como respuestas y eso, aumento aún más mi sonrisa.

-No- cruzo sus brazos- No en definitiva- luego sonrió ladinamente, me puse tenso- pero debes estar antes de las doce o mis padres nos castigaran a ambos y lo sabes Luke- me apunto con un delgado dedo-Y no querrás que Charlie tome todas nuestras galletas azules que la abuela Sally nos envía.

-No- respondí sin dudar- No en definitiva.

-Bien, eso es todo- giro sobre sus talones y empezó a abandonar la habitación a pasos largos- Por cierto... ¡Suerte con el tío Nico!

Y yo solo sentí la delgada gota de sudor recorrer mi espalda.

(...)

Sorprendentemente, la Quinta Avenida era transitable en las últimas horas de la tarde cosa que era casi una obra de los dioses; el trafico continuaba avanzando de manera fluida en un afán por acabar las interminables filas de pavimento negro de la Gran Ciudad por lo que llegar del Upper Manhattan a inicios del conocido Lower Manhattan tardo no más de una hora y sin embargo, aún era demasiado temprano para corresponder al horario de clases de Xavier High School.

Algunos estudiantes, ya en la salida, se desasían de sus blazer o suéter azul marino para dejar expuesta la típica camisa de mangas largas sin inmutarse a las suaves ventiscas a comienzos de la primavera y con ello, me distraje por unos cuantos minutos con los brazos cruzados firmemente y un probable ceño esperando por una azabache de un humor bastante cambiante; es decir, como los mortales le llaman, mataba el tiempo.

Luego de que el THDA iniciara sus manifestaciones con simples golpeteos en el volante del auto o en los pedales del mismo sentí la necesidad de poner los pies sobre la tierra tras permanecer por largos minutos sobre mi trasero que ya comenzaba a entumecerse y no era necesariamente por los sistemas de enfriamiento del auto. Apague el leve ronroneo del mismo y con ello el aire acondicionado para dar paso a las ventiscas cálidas de la primavera en apenas su inicio; me situé una banca justo a un lado del auto y simplemente comencé con otra temporada de espera que parecía interminable.

Probablemente me distraje con el simple hecho de observar a profundidad las casi inexistentes hojas que la anterior estación se había encargado de dejar tras su paso o en la concentración del retumbante bullicio generado por las viejas bandas en mis propios oídos pero finalmente, tal vez luego de unos minutos, observe con claridad como una figura se situada justo frente a mi nariz gacha.

Un joven de cabellos castaños y piel levemente bronceada junto a unos codiciados ojos oscuros hacían que mi cerebro diera saltitos en señal de reconocimiento pero ello no sucedía; baje de su rostro a los fuertes brazos tras una campera y la pose arrogante de piernas llenas de musculo y, justo en ese instante mi cerebro encontró la pista final. Nada de buen gusto, si me permiten.

-Christopher Lewis- salude tras unos intentos de no sacar una sonrisa burlesca, falle.

-Jackson- elevo una de sus cejas levemente tras mi propia reacción-Jamas creí volver a verte.

-Que coincidencia hombre- respondí- había orado a todos los dioses existentes por no volver a presenciar tu modesto rostro, no es un honor después de todo.

-Continuas arrogante- observo.

-Eso no debería de ser una sorpresa...- me puse de pie y de inmediato nuestros ojos se cruzaron.

One Shots: Percy JacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora