Cap 7: "Momentos"

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-¡Nico!- exclame esta vez mucho mas alto a la anterior, me acerque a la puerta de madera y comencé a golpearla apuradamente-¡Vamos, te estas tardando mucho!

-¡Te dije que tardaría!- respondió de la misma manera desde el interior.

-¡Pero ya es demasiado!- esta vez golpee la puerta frustradamente.

-¡Rechazaste la propuesta de ducharte conmigo!- esta vez su exclamación era burlona y juraba que su sonrisa también lo era.

-¡Oh vamos!- reclame- ¡Llegare tarde!

Tras unos minutos no hubo respuesta por parte del pelinegro, solo escuchaba como caía la lluvia artificial directo a la tina de mármol en el cuarto de baño.

Me recosté en la fría madera y repase cada detalle de nuestra habitación. La alfombra clara estaba cubierta por unas cuantas prendas del menor; la gran cama de madera oscura, casi negra, y sábanas blancas justo a unos pocos metros de la puerta del cuarto del baño y por supuesto, el gran closet, hasta ahora cerrado, justo a unos centímetros de mi lugar.

Cuando la puerta se abrió, me sobresalte tanto que si no fuera poseedor de buenos reflejos hubiera caído de espalda contra las placas de baldosa blanca que cubrían el piso.

-¿Qué haces en el suelo Solace?- Nico me observaba curioso con una sonrisa ladina en su pálido y mojado rostro. Me apoye en mis manos y me levante para poder quedar frente a él, sacándole una gran ventaja en estatura.

-¿Y tu qué haces sin una camisa di Ángelo?- acuse con un dedo mientras observada de reojo la piel expuesta en su torso, la cual era delineada por suaves y pequeñas gotas de agua que surcaban desde su oscuro y revoltoso cabello hasta perderse en el borde de los negros pantalones.

-Idiota- mascullo por lo bajo- y con respecto a la perdida de mi prenda de vestir, la he olvidado en el armario-paso por mi lado y sin más se dirigió a la puerta continua, la abrió y se internó en el interior.

Silencie en ese momento.

-Terminare el desayuno- la voz se iba aclarando de a poco para que luego su portador saliera por completo con una camisa blanca y su abrigo en mano- Mientras tomas una ducha...- estaba algo distraído mientras intentaba inútilmente organizar los extremos de su camisa.

-Venga,-me acerque con paso lento- déjame ayudarte con eso- el me extendió sus pálidas y delineados brazos para tomar sin inconvenientes los extremos de su camisa y poder abrocharlos con facilidad para luego dirigir mis manos a la parte posterior de su cuello y terminar con un buen trabajo- Listo- anuncie con una pequeña sonrisa la cual fue correspondida de igual manera.

-Ve a bañarte- sugirió en un murmullo- Me encargare de no quemar la cocina ni estallar el microondas

Solté un pequeño bufido ante sus palabras.

-Llamare a Percy- bromee mientras tomaba una toalla blanca del armario, al fijarme en la expresión de mi esposo no dude a soltar una sonora carcajada y acto seguido el hijo de Hades tan maduro, solitario y oscuro en todo los sentidos, saco la parte delantera de su lengua- Si me necesitas...

-No te llamare- se acercó y se inclinó un poco en sus pies para alcanzar mi mejilla, dejo un beso delicado y suave como el aleteo de una pequeña mariposa fría en invierno- Se te hará tarde.

-Está bien- antes de que se alejase por completo lo tome entre mis brazos y deje mis labios en los suyos siendo correspondido luego de unos cortos segundos, pase mi lengua por sus blancos y lisos dientes para luego pedir permiso y empezar a danzar con su propia lengua, sin duda, él no se quedó atrás.

Nos separamos debido a la debilidad de nuestros pulmones. Él se sujetó de mis hombros y recargo su rostro en el espacio de mi cuello olisqueando suavemente mi piel. Yo por mi parte jugueteaba con sus mechones aun húmedos que quedaban libre de su pequeño moño en la parte trasera de su cabeza.

-Se te hará tarde- volvió a repetir con la voz un poco ronca aun si levantar su rostro.

-No me importaría- respondí de la misma manera.

-Ve a ducharte-repitió de nuevo.

-Como digas- nos separamos perezosamente no sin antes de besar de nuevo sus delgados labios. Ingrese a la ducha con el sonido de los pasos del menor que bajaban las escaleras a la planta inferior de nuestra residencia.

Tarde un poco más de diez minutos en salir de la regadera, tome mis prendas de vestir y salí un momento después con mi bata en mano. Baje las escaleras mientras acababa de acomodar mi corbata que hacia juego con mi camisa a cuadros. Al llegar a la cocina Nico empezaba a poner la mesa.

-Serviré en un momento Will- me informo el pelinegro- ¿Tienes tiempo o tendrás que marchare ahora?

Mire mi reloj que reposaba en mi muñeca derecha, aún faltaban treinta minutos antes de la entrada.

-¿Puede ser algo rápido?- pregunte avergonzado, no me atrevía a mirar sus oscuros y decepcionados ojos. Amaba mi trabajo, sin embargo este me robaba mi tiempo con la verdadera fuente de felicidad y el amor de mi vida (si Nico me escuchase probablemente terminaría decapitado por su espada); en muchas ocasiones debía cancelar una cita, faltar a un almuerzo con mis amigos o simplemente llegar tarde a casa cuando habíamos acordado una cena pero al atravesar la puerta principal en la madrugada encontraba a mi esposo recostado en el sofá envuelto en una tibia manta junto a un par de copas y una champagne con una cena que descansaba en la cocina.

-Claro- respondió con una pequeña sonrisa en sus sonrosados labios, aun así sus oscuros pozos reflejaban una clara tristeza.

Pero a pesar de ello, aprendíamos a valorar esos cortos momentos que ambos compartíamos a lo largo del día o en la semana. Los valorábamos y conservábamos en un pequeño cofre oculto en lo más profundo de nuestra alma para después darnos cuenta que aquello nos llenaba de felicidad.

Al terminar el corto y delicioso desayuno ambos tomamos nuestras debidas pertenencias y nos detuvimos justo antes de cruzar la puerta.

-¿Nos veremos en la noche,  para la cena?- la pregunta de Nico era vacía, no tenía emoción alguna o sorpresa, simplemente estaba ahí. Y eso, eso me rompió un poco.

-Tratare de estar antes de las ocho- no me atrevía a mirar a su apagado rostro- ¿Te parece?

-Está bien- suspiro pesadamente- Llama si llegaras más tarde, por favor.

Solo asentí aun con la mirada fija en mis zapatos negros tal como la haría un niño que era regañado por su madre tras cometer una travesura.

-Suerte cariño- él fue quien me beso un poco más rápido a la anterior. Siempre hacia eso, a pesar de lo mal que el destino luciese en ese momento, lo nublado que se encontrara el día, lo incomodo que pareciese la situación, el siempre trataba de arreglarla un poco; por más extraño que sonase- No olvides que te amo- posiciono una mano en su mejilla y al instante le sonreí.

El abrió la puerta y fue directamente a su coche negro que descansaba justo frente a la entrada, salí de mi pequeña burbuja de amor y antes de que el ocupara el asiento del piloto le tome de su muñeca y lo envolví en un cálido abrazo, nuestras manos buscaron su lugar habitual y nuestros ojos se fundieron en una bella obra de arte.

-También te amo il mio amore- respondí con facilidad. Las horas de enseñanza por mi italiano servían de algo tras varias lecciones y un par de libros esparcidos en la alfombra del recibidor e incluso en mi propio consultorio.

-Ti amo...Addio sole- su voz se perdió en el metal del negro auto, sin embargo no necesite un traductor, ni un diccionario o un sin fin de conceptos para saber y entender lo que había dicho el italiano en el momento de marcharse a su trabajo.

Y ese momento fue guardado para luego ser recordado en el pasar de los años.





One Shots: Percy JacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora