Cap 38: Un nuevo inicio (Annabeth perdió la cordura)

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Justo después de que Will saliera a toda prisa por la puerta del apartamento, Nico empacó lo necesario para el encuentro que desde hace semanas venia planeando.

Al salir, el pelinegro reconoció los rostros que habían pasado varios veranos en el Campamento, unos más recientes que otros, pero, todos ellos tenían algo en común, eran veteranos. Semidioses encaminados a una vida más mortal que divina, lejos de profecías y pedidos molestos de los Dioses. Nico los entendía.

Por supuesto, cuando el Concejo Olímpico ofreció una residencia a cada semidiós, los cuales debían cumplir ciertos criterios, a modo de agradecimiento, ninguno pareció convencido por las palabras de Zeus, eso fue antes de que Hades, el dios del inframundo y  padre del italiano, le tendiera una llave de un apartamento de dos pisos, lo suficientemente amplio para que cinco personas vivieran en el.

Nico recordó  como Will había rechazado con una sonrisa amable la llave que Apolo le tendió. Ambos, habían sonreído con complicidad al final del día cuando se encontraron en el apartamento del menor. Finalmente, lo habían conseguido.

Un hogar al que llegar.

Luego, al menos unos cincuenta mestizos se habían mudado al amplio conjunto residencial que funcionaba como cualquier otro salvo que este contaba con una barrera protectora contra los monstruos del mundo exterior, pero, a diferencia de los Campamentos, dejaba el paso a los mortales.

Una excelente idea para pedir a domicilio McDonald's, había mencionado Nico para luego ganarse la reprochadora mirada de su novio mientras cenaban después de la mudanza.

Volviendo al presente, el hijo de Hades se topó con la puerta destinada al encuentro, llamo con un golpe y Annabeth atendió casi de inmediato.

—Pasa Nico— invitó al hacerse a un lado.

—Disculpa la tardanza Annabeth—dijo el moreno luego de dejar el bolso en la sala—Will necesitaba algo de ayuda antes de irse.

—No te preocupes—exclamó restándole importancia—Tenemos todo el día para esto.

Nico crispó sus labios ante la mención de sus siguientes acciones. La rubia lo miro con desconfianza.

—No me digas que lo estas dudando de nuevo—refunfuño con un dedo acusador.

Los ojos oscuros la observaron ofendido.

—¡Por supuesto que no! —exclamó, ella solo negó a modo de reproche.

Lo tomó de los hombros y los apretó, Annabeth no quería dejarlo escapar. Nico lo sabía, ya no podía marcharme.

—Venga Nico—dijo emocionada—Deberíamos empezar antes de recobrar la cordura.

El menor apretó sus manos con nerviosismo.

—Claro.

Ambos tomaron camino por el pasillo.

A Nico siempre le agrado el estilo que habían acordado para el interior del apartamento, no esperaba menos de Annabeth y las combinaciones ingeniosas que Percy sugería. El interior era sencillo, tonos azules y blancos platinos era lo más sobresaliente; era similar al de Nico, su apartamento contaba con dos plantas y el espacio suficiente para cinco personas, una pequeña biblioteca y dos baños.

Cuando llegaros al cuarto principal de la segunda planta, ella cerró la puerta con seguro. Ambos se observaron atentamente y Nico contempló como la expresión calculadora de la rubia escaneaba todo antes de proseguir. Duda, dedujo el italiano.

—¿Annabeth? —preguntó.

Su rostro denotaba una extraña mezcla entre tristeza y firmeza viéndose peor con el tono oscuro y flameante de sus ojos grises, Nico frunció su ceño.

One Shots: Percy JacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora