Capítulo 20

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PASADO

Busqué a toda carrera la habitación que me habían informado en la entrada con pesar en el corazón.

Esto era lo último que me faltaba ahora.

-¡Abuela! –Corrí hacia sus brazos soltando las lágrimas que había estado intentando retener por el camino.

Mi padre había llamado a Dorian para decirle que mi abuela había sufrido un accidente doméstico.

Yo había dado el grito en el cielo al enterarme, y Dorian no se lo había ni pensado al ofrecerse para llevarme al hospital.

-Mi querida nieta... No llores... –Negué con la cabeza sonriendo feliz.

-Me diste un susto de muerte, abuela. ¿Peró en qué estabas pensando cuando te subiste sobre esa silla de escritorio?

-Estoy bien. –Se justificó ella sin dejar de peinarme el pelo hacia atrás.

-Por suerte no se partió nada. El doctor dijo que tendrá dolores por todos lados durante unos días. –Habló ahora Dayana, la chica que la ayudaba en casa y se ocupaba de hacerle compañía. –Disculpeme, señorita Leanne. No creí que fuera a hacer tal cosa en mi ausencia. Solo fui a la tienda de la esquina...

-Por suerte. –Respondí volviéndome a centrar en mi abuela.

No quería ni imaginar que hubiese pasado si Dayana hubiera pasado más horas fuera de casa.

-Ya dije que estoy bien. Sois unas exageradas cuando os lo proponéis...

Mi abuela, a sus ochenta y cinco años, aún tenía ese espíritu joven que a muchos les faltaba hoy en día. Por eso se creía invencible.

-¿Tú cómo estás, querida? –Miró algo detrás de mí antes de volver a mirarme. –¿No vas a presentarme a tu amigo?

-Sí, él es...

-Dorian Beaumont. Un placer conocerla al fin, señora Pearson. Leanne habla mucho y muy bien de usted. –Mi abuela le estrechó la mano más seria de lo que solía estar nunca.

¿Por qué lo miraba así?

-Beaumont... –Repitió por lo bajo pensativa. –¿Eres familia de Diego Beaumont?

-¿Conocía a mi padre? –La abuela sonrió más cálidamente mientras que ahora era Dorian quién fruncía el ceño.

-Siempre fue un hombre muy educado y atento conmigo. Te pareces mucho a él. –Dorian sonrió algo incómodo.

¿Mi familia y la suya ya se conocían de antes?

-Pero por favor. Llámame Eloise y no señora Pearson.

-Está bien, Eloise.

-Así está mucho mejor. –Se giró hacia Dayana. –¿Cuándo vamos a regresar a casa? No aguanto más estar aquí.

-En realidad... –Dije captando su atención. –Quiero que pases unos días con nosotros, abuela. Al menos hasta que te recuperes.

-¿Con nosotros? –Frunció el ceño sin comprender.

Mierda. ¿Es qué papá no le había dicho nada? 

-A-ahora vivo con Dorian, abuela...

-¡¿Qué?! –El salto que dio en la cama no me pareció ni normal. –¿Pero qué estás diciendo, Leanne?

-Iré a hablar con el doctor. –Se excusó Dayana con la clara intención de querer dejarnos a solas.

-P-pensé que ya lo sabías...

-¿Saber qué exactamente?

-Que voy a casarme con su nieta, Eloise.

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