PASADOBusqué a toda carrera la habitación que me habían informado en la entrada con pesar en el corazón.
Esto era lo último que me faltaba ahora.
-¡Abuela! –Corrí hacia sus brazos soltando las lágrimas que había estado intentando retener por el camino.
Mi padre había llamado a Dorian para decirle que mi abuela había sufrido un accidente doméstico.
Yo había dado el grito en el cielo al enterarme, y Dorian no se lo había ni pensado al ofrecerse para llevarme al hospital.
-Mi querida nieta... No llores... –Negué con la cabeza sonriendo feliz.
-Me diste un susto de muerte, abuela. ¿Peró en qué estabas pensando cuando te subiste sobre esa silla de escritorio?
-Estoy bien. –Se justificó ella sin dejar de peinarme el pelo hacia atrás.
-Por suerte no se partió nada. El doctor dijo que tendrá dolores por todos lados durante unos días. –Habló ahora Dayana, la chica que la ayudaba en casa y se ocupaba de hacerle compañía. –Disculpeme, señorita Leanne. No creí que fuera a hacer tal cosa en mi ausencia. Solo fui a la tienda de la esquina...
-Por suerte. –Respondí volviéndome a centrar en mi abuela.
No quería ni imaginar que hubiese pasado si Dayana hubiera pasado más horas fuera de casa.
-Ya dije que estoy bien. Sois unas exageradas cuando os lo proponéis...
Mi abuela, a sus ochenta y cinco años, aún tenía ese espíritu joven que a muchos les faltaba hoy en día. Por eso se creía invencible.
-¿Tú cómo estás, querida? –Miró algo detrás de mí antes de volver a mirarme. –¿No vas a presentarme a tu amigo?
-Sí, él es...
-Dorian Beaumont. Un placer conocerla al fin, señora Pearson. Leanne habla mucho y muy bien de usted. –Mi abuela le estrechó la mano más seria de lo que solía estar nunca.
¿Por qué lo miraba así?
-Beaumont... –Repitió por lo bajo pensativa. –¿Eres familia de Diego Beaumont?
-¿Conocía a mi padre? –La abuela sonrió más cálidamente mientras que ahora era Dorian quién fruncía el ceño.
-Siempre fue un hombre muy educado y atento conmigo. Te pareces mucho a él. –Dorian sonrió algo incómodo.
¿Mi familia y la suya ya se conocían de antes?
-Pero por favor. Llámame Eloise y no señora Pearson.
-Está bien, Eloise.
-Así está mucho mejor. –Se giró hacia Dayana. –¿Cuándo vamos a regresar a casa? No aguanto más estar aquí.
-En realidad... –Dije captando su atención. –Quiero que pases unos días con nosotros, abuela. Al menos hasta que te recuperes.
-¿Con nosotros? –Frunció el ceño sin comprender.
Mierda. ¿Es qué papá no le había dicho nada?
-A-ahora vivo con Dorian, abuela...
-¡¿Qué?! –El salto que dio en la cama no me pareció ni normal. –¿Pero qué estás diciendo, Leanne?
-Iré a hablar con el doctor. –Se excusó Dayana con la clara intención de querer dejarnos a solas.
-P-pensé que ya lo sabías...
-¿Saber qué exactamente?
-Que voy a casarme con su nieta, Eloise.
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Moneda De Cambio
Любовные романы-Tus padres me habían dicho que eras muy reservada, pero nunca imaginé que tanto... -¿Y qué más te contaron? -¿Qué? -Eso no se lo esperaba. -Qué que más te contaron. Porque conociéndolos, se habrán inventado unas cuantas más cosas lejos de la rea...