Capítulo 44

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PASADO


-¿Vas a seguir en esas? Quiero dormir...

-Y yo estoy seguro de que ahora mismo te apetece de todo menos dormir. –Sus manos no dejaron de acariciar mi cuerpo por todas partes bajo las finas sábanas que nos cubría el cuerpo.

-Dijimos que uno era suficiente...

-¿Dijimos? Yo nunca he dicho eso. –Quise no sonreír para seguir en mi papel de seria, pero me estaba costando bastante.

-¿Cómo no hacerlo? Eres el Dios del sexo...

-Y tú mi aprendiz. Aunque deba admitir que a veces me sorprendes...

-El aprendiz siempre supera al maestro, ¿no?

-Pero el maestro siempre seguirá siendo el maestro. –Se inclinó sobre la mesa de noche antes de volver a mí. – ¿Con o sin preliminares?

-Dorian...

-¿Qué?

-Ya sé que dijimos que no volveríamos a intentarlo hasta que los doctores nos lo dijeran, pero... –Le quité el preservativo de las manos sin apartar los ojos de los suyos. –Q-quiero volver a intentarlo...

-Cariño...

-Sé lo que vas a decirme, Dorian, y asumo las consecuencias.

-Pero yo no. –Sus palabras me sorprendieron. –No quiero volver a oírte llorando día sí y día también. No quiero volver a ver como te encierras y dejas de vivir cada vez que un maldito predictor da negativo. No quiero, Leanne.

-E-es mi decisión.

-¿Y mi opinión no cuenta? ¿No te das cuenta de que me duele verte así? ¿De qué yo también sufro? No eres la única que siente la perdida de un hijo cada vez que eso pasa.

Mis ojos se llenaron de lágrimas sin poder evitarlo.

Dorian tenía razón. Yo era la única que expresaba sus sentimientos cada vez que teníamos una perdida o cada vez que el predictor daba negativo, pero eso no significaba que a él no le doliera también. 

Había sido egoísta en ese sentido y cuando nos encontrábamos en esa situación sólo pensaba en mí y no en él.
Me había olvidado de lo que él sentía y ahora me daba cuenta de ello.

-L-lo siento... –Me acurruqué a su lado abrazándolo fuermente. –Lo siento, Dorian. Lo siento de verdad. Soy una completa egoísta.

-Eh, no digas eso, Leanne. Nunca se me ha dado bien expresar mis sentimientos y quizás ese sea el problema. –Besó mi cabeza sin dejar de acariciarme la espalda. –Y no puedo prometerte que seré más expresivo a partir de ahora, porque dudo que lo sea, pero aunque no lo diga sabes que te quiero, y por eso me duele verte en ese estado de lamento y autodestrucción en el que te metes. Así que por una vez deja de ser tan cabezota y sigamos las pautas del doctor al pie de la letra, por favor. 

-S-sí...

-Muy bien. –Se incorporó antes de limpiarme las lágrimas con los pulgares. –Ahora levanta. Es hora de un relajante baño. ¿Te apetece un masaje en los pies?

Sonreí ante sus intentos por lograr animarme.

Muchas veces me entraban ganas de saltar por la borda del barco y mandarlo todo a la mierda, pero en otras ocasiones, como ahora, no podía desear estar en otro lugar que no fuera este, entre sus brazos. 

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