Capítulo 4

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PASADO



Había tenido un sueño muy extraño.

Había soñado con la figura de un hombre sin rostro. Alto, fuerte, aparentemente guapo que me llevaba de un lado para el otro, pero sin rostro.

¿Por qué no podía verle la cara? ¿Y por qué me daba la impresión de que era guapo si no podía verle la cara?

Fijándome en las espirales oscuras del techo, me percaté de que estaba en el dormitorio y no en el jardín al que había salido la noche anterior.

¿Cómo había llegado hasta aquí? No recordaba nada...

Después de cenar y de leer un poco uno de los libros que habían en la parte baja de una de las mesas de noche, decidí coger una manta del vestidor y dirigirme al jardín trasero.

Si de día me parecía increíble, de noche era fantástico, como si de un escenario de película de fábulas se tratara.

Todo el terreno estaba iluminado por pequeños farolillos tamizados y la piscina parecía un lago templado, incluso algunos árboles se iluminaban como si de luciérnagas se trataran.

Así que sí, esperaba encontrarme con el cielo azul nada más abrir los ojos.

Dos golpes en la puerta me sobresaltaron.

-¿Adelante?

-Buenos días, señorita Leanne. –La chica morena apareció en el umbral de la puerta con una sonrisa de oreja a oreja. –¿Cómo durmió anoche?

-Bien, creo... –Ella asintió sin dejar de sonreír mientras se dirigía a las puertas del balcón abriéndolas para airear la habitación. –¿Grettel?

-¿Sí, señorita?Bien, no me había equivocado con el nombre.

-El señor Beaumont... ¿Pasó la noche aquí?

-El señor Beaumont desayunó esta mañana en el comedor. –Confirmó a pesar de que esa no había sido mi pregunta. –Y me pidió que le comunicara que lo esperara esta noche para cenar.

-¿Esta noche? –Repetí incrédula.

Ni siquiera había dicho esta tarde o para el almuerzo. Tenían que pasar muchas horas todavía para que se hiciera de noche.

-Eso es. Incluso le sugirió a Finn que le preguntara a usted que le gustaría comer.

-Esta noche... –Repetí con un amargo sabor de boca.

Sí debía escoger un sentimiento que me describiera en estos momentos, esa palabra sería decepción.

Estaba decepcionada con una persona que ni siquiera conocía.

-¿Desea desayunar aquí o en el comedor?

-Abajo...

-¿Gusta algo en especial? –Me encogí de hombros.

-Zumo de naranja y... Unas tostadas con pechuga de pavo.

-Muy bien. Iré a preparar la mesa. Con permiso.

Y como mismo entró, salió dejándome sola con mis pensamientos.

Menudo día me esperaba...

§§§

Después de desayunar y de hablar con Finn, el cocinero, sobre el menú para esta noche, decidí volver a la habitación a darme un baño.

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