Capítulo 29

211 32 1
                                    

PRESENTE

-¡Ya verás la súper fiesta que prepararé! Váis a alucinar.

-Qué no sea nada grande, Joss...

-¡Lo normal para descubrir que será mi sobrinito! –Volvió a decir entusiasmada. Toda la alegría que me faltaba a mí era la que tenía ella. –Yo apuesto todo por el azul. Será niño.

-Eso no se sabe... –Murmuré acariciándome el vientre abultado.

Daba igual lo que fuera. Este bebé iba a ser querido por todos fuera niño o niña.

-¡Bueno, tengo que irme! Debo hacer una lista extensiva de todo lo que hay que preparar. ¡La fiesta saldrá en todas las portadas de revista!

-¡Joselyn! –Me quejé en cuanto me había colgado el teléfono.

¿No iba a hacerlo? ¡Sí sabía que iba a decirle que no quería nada de eso!

Suspirando, solté el móvil por cualquier lado sobre la cama antes de acomodarme sobre las sábanas volviéndome a acariciar el vientre.

-Tu tía es un completo huracán... Está siempre llena de energía... –Murmuré pensativa mirando hacia las espirales del techo.

Desde que la doctora me había dicho hacía dos días atrás que el bebé podía reconocer mi voz, yo me había dedicado a hablarle de vez en cuando. Me moría por sentirlo, por poder ponerle nombre...

Me moría por poder abrazar al papá de mi bebé a pesar de estar enfadada con él.

§§§

-¿Mmm? –Me removí incómoda en cuanto noté que alguien me había tocado.

-Soy yo... –Abrí los ojos de inmediato encontrándome con una oscuridad total en la habitación.

¿Ya era de noche? ¿Tanto había dormido?

Nuestros ojos se encontraron en la penumbra y por unos segundos quise olvidar el cabreo que me había hecho coger o la decepción del día de la cita médica, pero mis articulaciones no se movieron en ningún momento.

-Amor...

-M-me dejaste sola... –Mis ojos se llenaron de lágrimas sin poder evitarlo.

-Lo sé, y lo siento, Leanne.

-T-te necesitaba a mi lado, Dorian. Tu hijo y yo te necesitábamos... –Su mano intentó tocarme el rostro, pero enseguida eché el cuerpo para atrás.

Él suspiró dejándola caer sobre mi vientre.

-Y no voy a perdonarmelo, créeme. Lo último que quería era hacerte daño, pero un día te dije que mi trabajo estaba por encima de todo.

-No puede ser más importante que nuestro hijo, Dorian. No voy a permitirlo. Y lo que más me molesta es que ya hemos hablado de ello y a ti no parece importarte.

-Claro que me importa. Al igual que sé que me va a costar horrores conseguir que me perdones, pero a veces no puedo evitarlo... Son treinta y nueve años siendo así. –Suspiré cansada de discutir.

Lo que estaba diciendo no justificaba nada, pero su mano aún acariciando mi vientre provocaba sensaciones que tanto había extrañado.

-Me sentí muy mal...

-Yo también, Leanne. Sobre todo cuando no podía comunicarme contigo.

-¿Y qué querías que hiciera? Estaba dolida y decepcionada. Además, estoy segura que Maurice te tenía muy bien al tanto de todo.

-Maurice es un empleado fiel.

-Sí, deberías subirle el sueldo por ello. –Rodé los ojos mientras lo veía sonreír divertido. –No te rías, Dorian. No quiero verte sonreír mientras discutimos.

-¿Estamos discutiendo?

-¡Por supuesto! No hace falta alzar la voz para discutir. –Su sonrisa volvió a agrandarse y enseguida supe que había caído en su trampa. –Lo estás haciendo adrede...

-¿El qué?

-Esto. Te lo estás tomando a la ligera solo para ablandarme y no me gusta nada. Vas a tener que currartelo si de verdad quieres que te perdone, Dorian.

-Lo sé, y estoy dispuesto a hacer lo que sea.

-¿Lo que sea?

-Lo que sea. –Repitió sin dejar de mirarme a los ojos aún sabiendo que nunca cumplía sus promesas.

Moneda De Cambio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora