Capítulo 21

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Tayler Aragón.

Doncella de la mafia.

Mi angustia crece al ver a la chica que carga a Eliot —así le puso ella—, toda mi familia está en peligro hoy, todos los míos lo están.

No me acomodo en mi lugar, trato de estar tranquilo mientras estoy en la mesa del minibar con un ansiano que no sé quién es. Ella sigue riendo con el bebé que carga en los brazos, se carcajea cuando le hace cosquillas en el estómago.

«¿eso hará cuando tengamos los nuestros?», me pregunto y el nudo en la garganta no desaparece por más ron que trague.

Me arde la palma por la cortada de la daga que le regalé a mi Doncella, sin embargo, no puedo dejar de reparar la herida y recordar porque está allí. Ella me odia, pero odia más que yo sea el que le cause el remolino que tiene en la cabeza...

—Mi señor —habla uno de mis guardias—. Quería informarle que la señora ordeno sacar a sus padres de aquí.

Un dolor de cabeza más a mi maldito día.

—¿Qué hizo que...? —está loca—. ¿Qué escuchaste?

—Dijo que ella estaba muerta para ellos —comienza.

Mi mocosa hace lo que se le dé la gana, y no me molesta, si no que, esos malditos no lo merecen. Pero ella se ve feliz, no debe de importarme...

—¿Dijo algo de mí? —no puedo evitar el entusiasmo.

—Dijo que era su amante... también dió a entender que quería estar aquí.

Tengo más inservibles de lo que pensé, pero al menos son fieles a mí, recibirían una bala por mí, no como los malagradecidos de la jerarquía que tratan de abusar de mi mujer, y violan a mi familia. «Son una maldita peste la cual voy a erradicar», pienso.

—Para la otra, por favor, toma nota —le muevo la mano para que se retire.

No puedo suprimir la sonrisa que causa...

—¿Su compra causando problemas? —dice el anciano que tengo a mi izquierda, pero lo aniquilo con los ojos.

Siempre quieren opacar a la bella mujer de ojos grises como el mercurio, ella es fuerza, y poder. Te da miedo de sólo verle el negro dilatado, me gusta apreciarlo cuando le hago el amor como la diosa de las tinieblas que es.

—Es mi Doncella —lo corrijo—, no hables barradas de ella en mi presencia, y mucho menos a mis espaldas.

Saben de lo que soy capaz, y lo han comprobado más de una vez, sin embargo, debo admitir que la mujer que me coquetea de lejos con ojos preocupados me ha nublado con esos ojos.

—¿Cuánto por ella? —pregunta un hombre a mi derecha que tiene un paliacate en el cuello—. Se ve provocadora...

Le freno la frase clavándole la daga de mano que tengo en la córnea más cercana. Cuando soy preciso y hábil no mancho mi ropa, lo cuál me gusta, ya que, la sangre de los hipócritas me da asco. Sólo escucho su lloriqueo he insultos. Saco la daga y la limpio con mi pañuelo negro. Vuelvo a meterlo a mi bolso, y oculto mi daga en el antebrazo.

«Me siento aburrido, sólo quiero ir a cama y abrazarla toda la noche como otros días», mi cabeza me repite.

El tipo está tirado en el césped y todos me ven, nadie dice nada, pues, están en mi casa, y no va a venir a hablar mal de mi mujer.

—¡Maldito! —me grita.

—¡Que te quede claro que esa mujer que ves allá no está a la venta! —grito para todos—. ¡No me hagan perder la cabeza que necesito estar tranquilo!

𝐁𝐚𝐣𝐨 𝐥𝐚 𝐦𝐢𝐬𝐦𝐚 𝐜𝐨𝐫𝐭𝐞𝐳𝐚. Obsesión 1 / Delirio 2. (+21) ©                  BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora