La vida de Lovely Walker se dividía entre karaoke y fotografías. Ahora debe decidir entre la jerarquía y el líder de la mafia que la rige.
Los acontecimientos de hace cuatro años atrás la devastaron, y la condenaron a ser propiedad de su agresor, el...
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Imprimar.
¿Por qué parece que el sol es más amable hoy conmigo? Me retuerzo en la cama, y espero a moverme unos segundos. Abro los ojos y aparentemente hay un ángel de cabello rubio brillante conmigo, tiene perfil perfecto, huele a menta, y su aroma me llena los pulmones. Me siento bendecida, la vida me regala buenas cosas después de mucho. Acaricio su rostro tan delicadamente con mi índice, dejando que mi rastro deje una torrente eléctrica por su piel. Hay un rato de sol cruzando la tela delgada de la casa de campaña...
¿Es de día?
—¡Mierda! —me incorporo rápidamente.
¿Cómo pude olvidarlo?
Pasé mi mano por mi cara, sintiendo que el estómago se revolvía, tenía la boca seca, y me dolía. «Lo va a matar —pensé—. Si se entera lo va a matar»
—¿Qué sucede? —gruñó.
—¿¡Qué sucede!? —chillé—. ¡Nos quedamos dormidos!
Se levantó al instante. Pasó la mano por tu cabello rubio y recordé que no tenía gorro pero lo necesitaba para salir. Pensé en las posibilidades de salir corriendo del país, y huir para nunca volver, mi mamá iba a matarme si sabía que dormí con un chico, y no tanto el dormir si no que jamás le avisé, ¡sólo me escapé! Y si la jerarquía se entera... si él lo hace.
—Maldita sea —tiemblo, el pánico me retuerce el pecho, un ligamento u algo porque dolía.
—Vamos, te llevaré a tu casa.
—¿Mi casa? ¿Qué hora es?
Buscó su teléfono entre los bolsillos y casi grita cuando ve la hora.
—7:40 —murmuró.
¿Qué?
Debe ser una maldita broma. Él estaba tan tranquilo, como si absolutamente nada pasara, lo cual me tenía enfurecida, ¿qué diablos le pasaba?
—¿Tienes alguna clase en específico hoy? —indagó.
«Londres», pienso.
—No. —espeté. Cerré los ojos sintiendo un ahogo interno—. No lo sé —busqué mi teléfono que estaba afuera de la campaña y envié un mensaje de emergencia a Ostin.
Yo: ¿Gatos?
Os: Durmiendo. ¿Te divertiste?
Yo: Gracias❤️
Regresé al rubio que se acomodaba el pantalón minuciosamente, yo lo imité y tensé una línea delgada de mis labios. Me entró una energía bizarra sobre cómo debería quitar ese pantalón negro que le ajustaba la entrepierna.
—¿Alguien puede llevarte los libros?
Vale, tienes que calmarte.
Salí de mi película erotica mental y pensé; Vann, ella puede. Le envié un mensaje a ella y al parecer mis amigos me tenían la vida resuelta.
