Capítulo especial.

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Anónimo.


2039. Agosto, 15

Es suave, más suave de lo que recordaba. Sus labios son carnosos, su piel brilla en la oscuridad, y se eriza bajo mi dedo, entreabre los labios y paseo mis manos por su cabello.

Es brillante y largo, pero está hecho mil nudos. Así que con un cepillo que oculta en el cajón donde tiene miles de fotografías y periódicos al igual que un teléfono la peino con cuidado.

Deslizo mis dedos sobre todos los libros cuestionables que le he regalado. A veces me pregunto si eso tendrá que ver con su demencia, pero parece una chica normal después de todo.

Abro ojeando uno de los libros marcados...

—¿Te gusta rudo? «Dice él y puedo sentir cómo las piernas me tiemblan» —frunzo el ceño—. Me gusta pero no contigo. «Trato de formular pero cuando lo veo ya lo tengo sobre mí, besándome y arrancando mis bragas de un tirón, me empala...» joder, mocosa —hago un ruido con la lengua, riéndome en negación—. ¿Esto es lo que lees en un día tranquilo? Supongo que puedo mostrarte algún día. Quizá hasta te bese en esos lindos labios.

Dejo el libro en su lugar y sigo mi recorrido hasta que me canso de ver tanta fotografía de desconocidos.

Tiene el sueño más pesado que en mi vida haya podido presenciar. Una vez termino pongo en su lugar y me encuentro con ella pero esta vez está removiéndose como si tuviese una pesadilla, está sudando, jadeando, y me acerca lentamente a su rostro. Abre los labios, los mueve y siento que me quemo. Cómo un enfermo mental.

—Todo estará bien —dice entrecortada.

«¿Está soñando conmigo?», me siento en la cama y sus pechos se erizan, su cadera se levanta y estoy presenciando un maldito sueño sexual del cual soy protagonista.

No soporto esto. Se que se va a escocía una temporada debido a la separación de sus padres inútiles, y probablemente esté bien, la dejaré de ver al menos seis meses, pero de igual forma me notifican hasta cuando respira más de una vez al día.

Acaricio su clavícula cuando vuelve a dormir, y me acerco a su boca.

—Di que me odias —suplico.

Comienza a retorcerse.

—Dilo —su aliento se acelera y jadea somnolienta.

—No —apenas dice en un respiro.

Comienza a retorcerse. Y me trato de ir pero comienza a despertar, me adentro a su armario que es jodidamente pequeño y debo no moverme para no tirar todo.

Con el corazón latiéndome en la boca miro por la rendija y la veo llevar su mano temblorosa al elástico del shock con estampas de gatos.

—¡Malditasea! —gruñe, levántandose a grandes pasos.

Entra al baño y salgo, tiene cajas empacadas y me detengo a ver un álbum.

—¡Maldita enferma! —escucho como se regaña entre sollozos—. Estás loca, ese hombre es el malo, él te arruinó, no te salvó —se repite más de una vez y un amargo sabor me entra al estómago—. Lo odias, lo odias.

No sé porque causa algún tipo de reacción emotiva. Supongo que la jodi, y ahora lo estoy también.

Salgo por la puerta, me dirijo a las escaleras, y encuentro a la madre tomando una botella de vino en la oscuridad.

—¿Eso fue todo? —inquiere amarga expulsando el humo—. ¿Vas a seguirme martirizando? ¿Cuando vas a llevártela? ¿Crees que disfruto de eso? Es mi hija.

—¿Y por eso la cambiaste como en un maldito ráscale? —espeto—. Mantenla a salvo, déjala en paz, y cuida que nadie se le acerque, Miranda, porque entonces si me van a conocer.

—No me amena... —no dejo que termine llevándola contra la pared.

—Llévatela, los calaveras estan de vuelta —la suelto arrojándola al suelo—. Si le tocan un cabello, me encargare de que tu más grande tesoro sea crucificada.

—Pero...

—¿Pero? —me mofo. Juega conmigo, me miente y me quiere poner conducciones, es estúpida—. Lovely es mía, y Jossie no vale nada para mí, sí la tengo que buscar para cambiarla, lo haré. Supe que estuvo en la cárcel. ¿Cómo escaparía? ¿Prometiste el riñón de la mía a caso?

—Ya lárgate —ruge en voz baja—. Me la llevaré a Escocía, pero una vez cumpla 18 será tu responsabilidad.

—¿No siempre ha sido así?

Salgo y azoto la puerta, me muevo por las calles viendo un momento la casa de mi bella encantadora, y donde debería estar el demonio de Amsterdam. Oprimo el botón de mi auto y espero a que llegue.

Me deslizo al asiento de piloto y conduzco lentamente de regreso hacia la salida. Veo por última vez su ventana... y la cabellera rojiza se asoma hacia el auto. Se recarga y veo que sólo trae bragas, y otra camisa de gatos que deja que los pechos le resalten. Hay cámaras por todo el lugar, y sabe a la perfección que la veré, esta desquiciada.

Hago un movimiento con las luces, y mueve los dedos saludándome con una sonrisa. Está loca, pero no sabe que acaba de saludarme a mí, ella cree que soy un desconocido y por alguna razón me amarga la existencia, haciendo que acelere antes de sacarla de allí.

𝐁𝐚𝐣𝐨 𝐥𝐚 𝐦𝐢𝐬𝐦𝐚 𝐜𝐨𝐫𝐭𝐞𝐳𝐚. Obsesión 1 / Delirio 2. (+21) ©                  BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora