Capítulo 20

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Éste capítulo es parte del 19. Algo de la cabeza de Damon.

Damon Armstrong.

Fui temprano a comprar unas rosas blancas, no sabía si le gustaban pero las rojas no me gustaban tanto, no veo el rojo cuando la miro a los ojos, veo una maldita arcoíris de colores grises y blancos. Sus ojos siempre me hacen temblar pero bueno, al menos tengo la satisfacción de hacerlo con ella, seguramente estaría feliz por su café. Aún traigo el repudiando sentimiento de que ese maldito hablase con ella.

Tomé las llaves de mi auto y salí, vi su ventana abierta y la vi casi caer al suelo buscando sabrá Dios que, no pude evitar sonreír ante su torpeza. Subí a mi auto y de pronto escuché un grito ahogado «bien hecho» me dije. Sabía que había sido por mí, por esa nota y si no me quedé fue porque quería llevarla a un lugar más tarde. Había visto al ciudadano promedio estacionarse fuera de su casa así que dejé que fuera con él a alimentar los felinos, eso hacían todas las mañanas y en las tardes. No tarde mucho a echar mi belleza a andar y mis oídos fueron abrumados por la llamada de Franck.

—¿Ahora qué? —gruñí.

Edward está en tu ciudad —informó entusiasmado—. Lo vió una cámara sentando afuera de una tienda.

—¿Qué tienda?

—Una de helados —escuché las teclas de su computadora.

—¿Qué ves?

Nada —pujó.

¿Que mierda?

—Sólo suéltalo, me estás estresando con tu mierda.

Calma —gruñó—. Compró un helado, y después se fue.

—¿Helado de qué?

—¿Qué? No lo sé hermano, se ve rosa.

—¿Tienes el informe?

—¡Sí! Coño, eres un maldito loco —escuché remover su mierda y suspiro.

—¿Sabor?

Cereza —se quedó en silencio procesando—. ¿El informe policial, no?

—Este idiota planea algo.

—Sólo cuídala y ya —murmuró—. Debo irme, mi madre se pone loca si no llego puntual. Da gracias a Dios que ese loco no ha dicho nada.

Un "huh" salió de mi boca y él sólo resopló para colgar.

Compré las rosas, y fui a comer algo de desayunar. Sería bueno desayunar en el edificio nuevamente, sé que le gustan las cursilerías y ese día hizo una conexión conmigo, quería que lo recordara tanto como yo. Conduje hasta mi casa nuevamente y me topé con el mal genio de mi padre.

—¿Adónde fuiste? —gritó desde su despacho.

Que pulmones. Entre a la casa más avergonzado que él, me pesaban los pies, yo sólo quería salir y llevarle las rosas a mi chica.

—¿Adónde? —fruncí el ceño.

—Deja tus estupideces para otro día —bufo—. ¿Adónde está?

—¿Qué mierda hablas?

—¿Qué mierda? —lanzó un cuadro a su pared perfecta—. ¿Adónde está la chica?

¿Cuál? No he follado con ninguna en las ultimas veinticuatro horas, ni siquiera con Love, aunque me duelen las bolas como el infierno por la maldita retención. Mi mente divagó a sus caderas y tetas, Dios, es que esa chica tiene todo, y si tuviera un corazón seguramente estaría sacándolo de mi pecho para entregárselo.

𝐁𝐚𝐣𝐨 𝐥𝐚 𝐦𝐢𝐬𝐦𝐚 𝐜𝐨𝐫𝐭𝐞𝐳𝐚. Obsesión 1 / Delirio 2. (+21) ©                  BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora