Capítulo 22

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Lovely Walker.

Primera vez.

Al entrar en una habitación distinta a la suya me hizo temer un poco, pero era una que estaba al centro del pasillo, pero al final, una puerta dorada era lo que atravesamos, aunque el color no importaba, se veía acogedora. Si no que al cerrar no escuché ningún ruido del exterior, la analicé separándome de sus labios cuando me bajo y se apresuró a quitarme la camisa, y devorar mis pechos sabor a cereza, cerré los ojos ignorando mis pensamiento para dejar ir un jodeo, mordiendo mi labio inferior.

Quité su camisa blanca, su cabello quedó alborotado y eso me invitó a besarlo. Me llevó hasta la cama de sábanas cobrizo y los troncos del pabellón, suspiré cuando sentí que mi entrepierna reaccionó a sus gruñidos al estar mordiendo a uno de mis pechos. Grité de dolor y placer pero me cubrí la boca por inercia.

—Descuida, Calabacita —susurró contra mis besos—. Puedes gritar todo lo que quieras, nadie va a escuchar.

Un temblor me recorrió, miedo y excitación me hizo sonreír. Volví a incorporarme y por alguna razón lo permitió.

Lo empujé y planté una bofetada.

—Hazlo —pedí.

—¿Qué? —frunció el ceño.

—Quiero que seas tú —dije con voz entrecortada.

—¿Quieres hacerlo? —se acercó un poco tenso.

—Sí —me deslicé los shorts—. Y quiero que lo hagas sin temor, no es un castigo.

—¿No tiene nada que ver?

—No, sólo tiene que ver con qué mentí.

Me tomó por las mejillas, intensificando un suspiro.

—¿Mentiste?

—Mentí cuando te dije que no metería mi corazón en esto —suspiré y él se alejó.

—Mentí cuando te hice creer que creía en tu palabra —desabrocho sus pantalones cortos pero no los bajo—. Quítame los pantalones.

Acaté su orden y mirándolo a los ojos, se tambaleó cuando mis dedos rozaron su dureza. Mis ojos relampaguearon de felicidad pero con miedo de no aguantarlo.

Me separé al instante pero me habló con ferocidad.

—Piensa en mí.

Volví a devorar sus labios y caí recostada en la suave tela cobriza que cubría su cama. Me miró antes de abrir mis piernas para tomar la aprobación de mis ojos, bajó poco a poco mis bragas elásticas y comenzó a besar mis piernas después de tirarla al suelo.

Pasó su mano por la herida cicatrizada, el es de placer porque ni siquiera sentí que era una herida, si no un acceso de electricidad con su tacto. Arqueé la espalda para acercarme a él, me estaba matando de deseo, quería que pusiera su lengua en mí, y que saboreara la cereza dulce que había dejado el helado.

—¿Te gusta? —gruñó con la cara sumergida en mi entrepierna.

Mi garganta se cerró de necesidad, estaba perdida en mi mente, llena de lujuria. Las piernas me temblaban de las ganas de tenerlo en mí.

—Damon... —tragué saliva para humedecer mi paladar.

—¿Si, Calabacita?

—Hazlo.

—¿Lo súplicas?

—Sí —me obligó a soltar un gemido, se me erizó cada poro de la piel.

Se veía tan hermoso que apenas podía soportarlo. Recargué mis codos en la cama para poderlo apreciar con atención, mordía mi abdomen haciéndome querer gritar pero no quería gritar, quería suplicar que lo hiciera.

𝐁𝐚𝐣𝐨 𝐥𝐚 𝐦𝐢𝐬𝐦𝐚 𝐜𝐨𝐫𝐭𝐞𝐳𝐚. Obsesión 1 / Delirio 2. (+21) ©                  BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora