La vida de Lovely Walker se dividía entre karaoke y fotografías. Ahora debe decidir entre la jerarquía y el líder de la mafia que la rige.
Los acontecimientos de hace cuatro años atrás la devastaron, y la condenaron a ser propiedad de su agresor, el...
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Damon Armstrong.
La familia.
Momentos antes...
Llevo media hora parando sin escuchar, no respiro, pues lo que hice no tiene una mierda de perdón. Me acosté con ella estando hasta el maldito culo de drogado, para arrepentirme como si eso fuera cierto, pero la verdad es que me quito un peso de encima.
Me hizo saber que lo que siente por el es meramente sexual, pero aún así yo sigo haciéndola terminar en segundos, me desea y me ama tanto como dice cada que lo hacemos, me lo dice con el cuerpo, con los besos y las miradas...
—¿Adónde está tu objetivo? —pregunta Elton.
Le señalo con la cabeza la puerta del comedor.
—¿Cómo te sientes? —pregunta el muy imbécil.
—Como idiota, ¿cómo crees tú? —ruedo los ojos.
Eso es lo que me molesta de las personas, sus preguntas babosas e imprudentes cuando saben la respuesta a kilómetros de distancia.
Las voces comienzan a subir de tono, Elton me mira pero obviamente no podemos entrar porque...
—¡No! —el grito de Lovely y...
Un disparo. Empujamos la puerta en sincronizado y... su padre le disparó a alguien. Camino hacia el objetivo con el arma lista.
Un frío me abruma, siento que la vida no es nada, como si el dolor de un estallido me impactará el tórax, las piernas me flaquean y la ira se apodera de mí. Cambio la vista a mi objetivo y suelto disparos a quema ropa... le rozo a uno porque el idiota de Elton lo evita. Hace una llamada en la radio pero... no escucho, sólo pienso en que se escaparon por la ventana.
Veo a Lovely llena de sangre con los brazos de Aragon, está gritando y ella se ríe.
—¿Vas a ganar? —dice eso y no puedo entender más.
Se me nubla la vista. Ni siquiera noto cuando tiran todo de la mesa, dejé de respirar desde hace mucho, y no me repongo de nada, no me siento posible. «voy a matarlos». Me prometo.
—¡Enfócate! —gritan—. ¡Necesito que hagas presión!
Una bofetada me saca de transe, escucho disparos, Tayler está arrancándole la ropa, la pone de espaldas y... tiene la espalda llena de marcas de azotes.
Empuño el arma y...
—No fue él —me dice Elton poniéndose frente a mí—. Fue la líder de la jerarquía, eso dijeron los guardias.
