𝐁𝐚𝐣𝐨 𝐥𝐚 𝐦𝐢𝐬𝐦𝐚 𝐜𝐨𝐫𝐭𝐞𝐳𝐚. Obsesión 1 / Delirio 2. (+21) © BORRADOR

Capítulo 10

Lovely Walker.

Trata de abrir los ojos pero se le vuelven a cerrar, me da tristeza ver a Damon así, es como si tuviese algo mal en él. Me acerco a oler sus labios, huele a cerveza y menta, algo me recorre la médula y suspiro.

—¿Damon, puedes escucharme?

Le quito la camisa, dejándolo sólo con pantalón. Subo a mi habitación para buscarle una camisa antigua de mi padre y bajo corriendo como loca para colocársela en los brazos dormidos y abdomen desnudo.

Una que otra vez lo ayudé a vestirse cuando mi madre lo dejó, y después él simplemente se buscó a alguien más joven, una con la que ya estaba. La joven con la que la engañó.

Acaricio el cabello de Damon mientras balbucea.

—¿Qué escondes? —me acurruco a su lado y cierro los ojos.

Quizá cuando desperté me diga porque parece loco, entrando a mi casa sin permiso, o quizá la historia al fin comience, y al fin él salga por mí.

Después de un rato el brazo me hormiguea así que me obligo a abrir los ojos para toparme con que el vacío ya no estaba a mi lado. «Mierda». Coloco mi gorro y corro a la salida donde lo encuentro atravesando mi patio.

—¿Qué haces?

No se detiene, sigue ignorándome.

—¡No te vayas! —le grito—. Vienes a mi casa así y te vas sin decirme nada.

—Gracias.

Imbécil.

—¿Por qué me buscaste si ibas a hacer esto?

—Qué más necesitas que haga para saber que no te convengo? —se gira, furioso.

—¿Qué diablos...? —acorto espacio—. ¿¡Vienes a mi casa y haces todo esto para irte como si nada!?

—¿Por qué no lo ves? —se frustra.

—¡Porque me...!

—No.

—Sí.

—Dijiste que no te enamorarías.

—Y sigue en pie —me quedo en medio de la calle, a unos pasos de alcanzarlo.

—¿No lo harás? —suspira, y asiento—. Sólo sexo, no sentimientos y sin decirlo. No importan las cámaras si eso te molesta, pero no abrirás la boca.

—No —miento.

No estoy muy segura pero tengo dieciocho, no quiero estar como la película de Virgen a los cuarenta, cosa que dudo ya que ese mafioso de mierda es quién me debe desflorar y yo no lo voy a permitir. Primero muerta antes que navegue por mi cuerpo como lo hizo y que esta vez me destroce para siempre.

—Bien... —pasa la mano por su cabello rubio en lo que el frío golpea mi nariz—, pero ahora necesito espacio.

—¿Vas a explicarme que sucede?

—No, no necesitas saberlo —me frena con amargura—. Estos será casual, no necesitas saber más de mí, ni yo de ti.

—Bien —asiento con la cabeza.