Capítulo 10
EsperanzaClaire
Tomó seis horas y que una enfermera conocida de la familia le inyectara un sedante a Betty para dejase de dar vueltas en círculos y de gritar que el apocalipsis estaba cerca. Pobre Betty.
Le conté lo ocurrido a mamá al instante en que volví a casa. No tuve opción; la enorme lanza de punta reluciente llamó la atención del vecindario entero.
No hubo más réplicas en las siguientes horas, así que luego de asegurarnos de que entrar a casa era seguro, de estabilizar lo inestable, y de limpiar vidrios y cosas rotas, pudimos descansar.
La ayuda médica y municipal llegó a media mañana, y papá tuvo que ir a chequear los daños en su trabajo. Le expliqué tres horas después, cuando regresó, por qué una extraña lanza decoraba nuestra sala.
Mamá pareció sumirse en su propio análisis interno al detallarle lo del sueño de Betty, las lechuzas luminosas, la lanza y la aparición de la grieta misteriosa en Australia, pero no le dije que planeábamos viajar. No todavía.
Y papá, como era de esperarse, se puso nervioso y ansioso. Él era humano, y todo esto de los reinos ocultos, que perteneciéramos a una monarquía, lo de la guerra, y que Ethan quedara literalmente inaccesible, lo sobrepasaba. Que se hubiera tenido que callar por diecisiete años cuando mamá le reveló la existencia de ese mundo fue abrumante, pero nunca le afectó como tal hasta que nos involucró; su esposa fue capturada, quisieron asesinar a su hija, y su hijo se quedó en una tierra invisible. Aunque se esforzaba porque yo no viera esa desesperación, sus gestos afligidos eran incontrolables.
Mientras Betty dormía en su antigua habitación con un crucifijo entre las manos, la electricidad y el agua volvieron a funcionar. Mike encendió la televisión, y con un puño en la boca observó los daños de los múltiples terremotos. También confirmamos lo de la grieta extraña en Australia, verificando fotos e información adicional en internet.
Rayna me insistía en que les dijera a mis padres que tendríamos que viajar a investigar de manera urgente, cuando llamaron a la puerta.
Abrí, y era Rion, vestido con su traje color plomo que se le ajustaba al cuerpo en los brazos, torso, espalda y muslos. El elegante novio de Rayna se pasó una mano por el pelo grisáceo.
—Buenas tardes, Claire. Te pido disculpas por presentarme sin previo aviso, pero Rayna no me contesta el teléfono. ¿Está en casa?
La cabeza de Rayna apareció por encima de mi hombro. Nunca me acostumbraría a la manera tan elegante de ese hombre.
—Esta cosa se quedó sin carga —espetó Rayna, mirando con desdén la pantalla de su teléfono antes de lanzarlo a la poltrona situada en un rincón del recibidor—. ¿Qué haces aquí? —preguntó extrañada mientras yo me hacía a un lado.
—Estaba preocupado. —Saltó la obviedad en su tono rasposo—. Fui a ayudar a los empleados de la oficina, vine en cuanto pude.
Me puse a ordenar los abrigos del armario del recibidor para fingir que no escuchaba.
—Siempre estoy bien, soy yo. —Rayna, mi querida amiga, de verdad no parecía entender por qué el hombre con el que salía se tenía que preocupar por ella, y eso era gracioso y tierno.
—Soy tu novio, hubo un terremoto, y saltaste de la cama en pleno movimiento telúrico, en la madrugada —le explicó con paciencia. Subió una mano para acariciarle el pelo; ella se echó hacia atrás—. Pero ¿qué es esa cosa? —preguntó abrupto.
Saqué el cuerpo de entre las puertas del armario. No era muy difícil adivinar a qué se refería: la lanza de dos metros llamaba la atención de quién sea.
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Corona celestial
FantasyLibro III Saga Atanea. -Borrador-. Bajo la tierra, donde la lava palpita, saluda un nuevo reino. Una tierra desconocida. Un lugar inexplorado. Un gobernante sepultado. Ardat puede convertir lo bueno en malo, el amor en desesperación y los deseos en...