XXXIII

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Capítulo 33
Traidora

Fui al Departamento de Comunicaciones apenas desperté, a redactar un claro mensaje para mamá de por qué no podía cruzar al lado humano ahora. No le di detalles, por supuesto, no quería que le diera un paro cardiaco, pero creo que fui convincente para que entendiera que los reinos me necesitaban urgente y que, si me daba unos días, podríamos encontrarnos en algún punto intermedio con ella y con papá para vernos.

Para tranquilizarlos, añadí que estaba muy feliz y que todo estaba bien, aunque eso último fuera una mentira garrafal.

El grupo de Casterra: Shira, Keyla y Rayna, junto a Max, que debían traer el cinturón de Afrodita todavía no había regresado, pero informaron que Shira estaba siendo dada de alta en el hospital y que volverían todos juntos.

Eso tomaría un par de horas, tal vez, así que decidí que era momento de usar los mágicos portales para ir de Atanea a Lumba y visitar a Kaleb.

Estaba lista para ir hacia allá acompañada de un Theo con cara de mierda por mi idea, pero que entendió por qué debía hacerlo.

Nuestro trayecto no llegó más allá de uno de los jardines de la mansión cuando Mike llegó corriendo.

—Código cero tres dos —vociferó urgido, con las manos en puño—. Y cerro colorado. Debemos irnos ahora.

Theo se puso rígido; adiviné que era algo malo. Comenzamos a caminar más rápido.

—¿Infernales? —preguntó con odio.

—Afirmativo. Coordenadas cuarenta cero setenta y seis para el ataque. Persistente.

Mi cabeza saltaba del uno al otro sin entender nada.

—¿Número? —inquirió Theo con voz tirante.

—Veinte.

—¿De qué están hablando? —Mi pulso empezó a bombear tan frenético como movía mis pies.

Theo rechinó los dientes ante otra información criptica y secreta de Mike.

—¿Qué ocurre? —exigí. Theo apoyó una mano en mi espalda para avanzar más veloz, repasó mi vestimenta (mi traje táctico), las armas que llevaba en los muslos, y al final me miró a los ojos.

—Casterra. Ahora. —Me guio por el jardín con urgencia para dirigirnos hacia el sendero que nos llevaba a los portales.

—¿Por qué? —Se me heló la sangre.

—El grupo fue emboscado, los infernales de Ardat intentan robarles el Elemento de Afrodita, están luchando ahora mismo —me explicó mientras corríamos. Mi corazón casi falla y tropiezo.

—Casterra tiene pocos guerreros y armas muy arcaicas —agregó Mike, agitado—. Ya solicité refuerzos.

—Llegarán muy tarde —gruñó Theo—. Llegaremos muy tarde.

Si algo le pasaba a Rayna o a los demás...

—Claire. —La figura de mi abuela se levantó de una banca más adelante. Estaba sola ahí... Creo que tomando aire. Cada día se volvía más pálida, y estaba vestida con una túnica amarilla.

—Abuela, disculpa, estoy en algo urgente —le expliqué a la carrera. Theo y Mike no se detuvieron ante la reina.

—Claire, esto es importante —insistió ella, su voz era débil.

—Abuela, no puedo —repliqué pasando por su lado.

—Claire Moore Relish, detente en este mismo instante. —Normalmente no le hubiera hecho caso, pero Eloise estaba temblando—. Solo te quitaré dos minutos. No puedo dejar que vayas.

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