XXIV

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Capítulo 24
Las dos leyendas de Quínoe

Me encontré con Rayna poco después de que Theo se hubo marchado, y de que Shira nos informara que no pudieron dar con el Elemento de Ares en Lumba.

Y yo todavía tenía los labios hinchados por los besos.

—Perfecto. Vamos a Azgar a encontrar ese Elemento congelado antes de que Theo lo robe —resolvió Rayna.

—No tenemos idea de adónde va Theo con exactitud, ni de dónde está el Elemento.

—Entonces lo rastreamos. —Rayna agitó el hombro con soltura.

—Es Theo. Sabes que está mucho mejor entrenado que para dejarse rastrear.

—Tal vez, pero él realmente no quiere que Ardat obtenga los Elementos, ¿verdad?

Me removí.

—No... —respondí con tono de pregunta.

—Apuesto mis mejores cuchillos que esta vez no será tan cuidadoso y dejará rastros a propósito. Dioses, rubia, ¿no le tienes nada de fe?

—Entonces ¿lo seguimos... a tientas?

Rayna me escrutó de pies a cabeza.

—Fui una espía —siseó ofendida—. Sé cómo rastrear a alguien. De hecho... Podemos averiguar con precisión hacia dónde se dirigió luego de cruzar el portal hacia Azgar —aseguró—. Solo necesitamos...

Arrugué un poco la frente.

—¿Ir al Departamento de Inteligencia, donde Max Bourne es el agente a cargo del mejor escuadrón, y preguntarles?

Rayna me sonrió tirante.

—Qué bueno que tu seas la futura reina de todos ellos —masculló no muy convencida.

――――CMR――――

Decidimos evadir el Departamento de Inteligencia y Estrategia por el momento para no levantar sospechas, y en cambio buscamos a Cedro en el Departamento de Ataque.

Cedro era el segundo al mando en el escuadrón de Theo; él mismo lo había entrenado al ingresar a la academia de agentes, y luego lo seleccionó para su escuadrón. Theo confiaba en él. Incluso le tenía estima y respeto, aunque nunca lo comentara en voz alta.

El problema fue que... Eran tan leales el uno al otro que Cedro nos miró ceñudo de inmediato.

—Si quieren saber sobre mi jefe, deben contactarse con él.

—¿Eres tonto? —escupió Rayna.

—Rayna —la frené. Cedro endureció las facciones, a punto de devolverle un insulto peor.

—Te lo preguntamos porque no nos podemos contactar con él, dah —continuó Rayna.

Cedro paseó su hosca mirada entre las dos. No le importaba que yo fuera la princesa; estaba tan bien entrenado que no dudaba dónde mantener su fidelidad. Boggs había sido mucho amable conmigo en la época en que los dos me cuidaron durante la guerra, y esta situación me hizo echarlo de menos.

—No estoy autorizado para compartirles información sobre el agente Jatar. Punto —sentenció Cedro—. Sus instrucciones son claras; no revelarle nada a nadie a menos que él lo ordene.

Antes de que Rayna se le arrojara encima y le sacara la información a la fuerza, la agarré de la muñeca y nos dirigimos hacia la opción que nos quedaba. Recé por no ver al imbécil de Thomas.

Corona celestialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora