Capítulo 20
Bajo el aguaTheo ladeó la cara.
—Tenemos que hablar, pero primero tienes que irte de aquí —le pedí con urgencia.
—¿Por qué no hablaste conmigo antes? —Su mirada se endureció—. Acabas de volver, ¿no te cansas de hacer las cosas siempre por tu cuenta?
Manipulación con todas sus letras. Fuera cual fuera el trato, había calado muy hondo en él para que usara su perfecta manipulación conmigo.
—¿Por qué tú no hablaste conmigo antes de hacer esto?
La línea de su mandíbula palpitó.
—Deberías confiar más en mí, princesa —insistió con el rostro tan sombrío que me pesó el estómago.
Le acuné la cara con las dos manos.
—Theo... Sea lo que sea que haya pasado, vamos a solucionarlo, ¿está bien? —le prometí acercándome a él.
Me sonrió con tristeza.
—Haré lo que haga falta m para asegurar tu futuro.
—Theo... —musité y cerré los ojos—. ¿Dónde está la lanza de Atenea?
Theo gruñó bajo y usó la mano libre para rodearme de la cintura; me acarició por encima de la ropa.
—Claire, no te interpongas, por favor. —Era más una exigencia que una petición.
—¿Qué viniste a buscar aquí? —Mi voz falló en la última palabra.
Theo tragó duró y su ceño se frunció en el roce de nuestros alientos.
—Lo mismo que tú. —Admitir eso parecía quitarle un peso de encima. Me acarició los labios con los suyos.
Por suerte, una suerte divina, ni Theo ni su oído hummon se percataron de que esa cercanía mía era para distraerlo de los sigilosos pasos de la espía más letal que conocía. Rayna estaba lista para noquearlo desde atrás... Pero el sonido de una bala encajando en el cañón de una pistola nos cortó el plan, haciendo que una sensación fría se deslizara por mi columna.
Theo giró la cara hacia Rayna, y la sorpresa cruzó por sus facciones perfectas.
—¿Así de poco confías en mí? —recriminó con dureza.
No me importó su tono dolido. No cuando Rayna y yo observábamos al dueño de la pistola, cuyo cañón apuntaba a la frente de mi amiga.
Se veía igual de elegante en ese lugar; abrigo color grafito largo hasta las rodillas, pelo castaño con gris, alto, mirada serena, zapatos que incluso metidos en ese suelo húmedo y sucio estaban impecables. Los puños de la camisa sobresalían de las mangas de su abrigo, dejando ver sus costosos gemelos negros, los cuales brillaron cuando movió el arma ligeramente al hablarle a Rayna:
—Retrocede —le ordenó Rion a ella.
Rion.
El rostro de Rayna se tornó tan fiero y descontrolado que temí que nos matara a los tres en un arrebato de ira.
Las puntas de sus botas apuntaron al hombre que la había traicionado, como una bestia se giraría hacia su presa antes de despedazarla. Theo me puso detrás suyo por instinto.
Rayna avanzó tres pasos decididos, y su frente presionó el cañón de la pistola; no apareció ni una pizca de temor en sus facciones.
—Hazlo —lo instó ella. Theo y yo nos inclinamos hacia adelante al mismo tiempo. Rion se mantuvo callado—. Dispara —siseó afilada—. O te destriparé tanto que lo único que quedará en esta maldita caverna serán tus restos.
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Corona celestial
FantasiLibro III Saga Atanea. -Borrador-. Bajo la tierra, donde la lava palpita, saluda un nuevo reino. Una tierra desconocida. Un lugar inexplorado. Un gobernante sepultado. Ardat puede convertir lo bueno en malo, el amor en desesperación y los deseos en...