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Capítulo 2
Acosadores y... Rayna

Claire

Salí de clase de estadística a las siete de la tarde, luego de un examen larguísimo y horrible para el que había estudiado durante madrugadas enteras sin dormir.

No odiaba la universidad, pero existían momentos en los que quería huir, encerrarme y no saber nada más del mundo. Del mundo humano, porque hubiera dado lo que sea por saber cualquier cosa del otro lado del mundo. Algo por lo que había esperado muchísimo... Y no sabía cuándo acabaría la espera.

En cuanto a ese tema, ciertos días eran más difíciles que otros, y algunos una total tortura. Muchas veces creía ver su pelo castaño desordenado o sus ojos pardos entre la gente, y el resultado era yo cayendo a llorar decepcionada y con un agujero de angustia en el estómago que me dejaba sin dormir en la noche.

Cuando lograba descansar, las pesadillas no me dejaban tranquila, y tampoco los ataques de pánico. Existían heridas en mí que todavía estaban muy abiertas; los recuerdos de una guerra con batallas y pérdidas que mi corazón no olvidaba... Muertes que yo había provocado y que me llenaban de culpa. Lo peor era que eran cicatrices con las que tendría que vivir para siempre.

Mis padres eran una historia parecida. Ethan estaba inaccesible, y aunque sabíamos que lo cuidarían bien en Atanea, los gritos de mamá durante las noches me afectaban hasta el punto de llorar de solo escucharla.

Había pasado tanto tiempo... y no había ninguna señal de que fuera a terminar pronto. Intentábamos acostumbrarnos a esta vida desteñida con gotas de esperanza.

Pero no podía detenerme y enfrascarme, debía mejorar y estar preparada para que, en algún momento, algún año, mes y día ocurriera el milagro y todo terminara. Entonces volvería a donde pertenecía.

Mi mente, muy realista a veces (o muy traicionera), temía que el milagro llegara tarde. No existía semana en la que no pensara que Theo ya me había olvidado y ahora tenía una relación con otra chica... Pero eso tampoco iba a paralizarme, porque si aquello fuera cierto, pensaría en cómo superarlo.

Aunque Theo Jatar era imposible de superar.

Además de eso, el apocalipsis del planeta estaba cerca o algo por el estilo, porque los terremotos y maremotos no dejaban de sacudir a la Tierra, y me preocupaba muchísimo que un terremoto hubiese hundido Atanea y a todos los que quería. Eso sí que sería insuperable.

Theo, Ethan, Inago, mi abuela, el rey Tyrone, Hannah... También los hermanos de Rayna y otros más, hasta Kaleb.

Un chico que pasó empujándome el hombro hizo que saliera de mi ensimismamiento. Me había detenido en un pasillo cualquiera mirando a la nada. Otra vez. Eso me ocurría mucho, y había comenzado hace tres años.

Incluso, una vez una compañera de universidad me preguntó si era psíquica y mis repentinos abandonos de la realidad significaban que estaba teniendo visiones o alucinaciones.

Si le contara la verdad... la que alucinaría sería ella.

Me dirigí a la parada de autobús. Se suponía que Rayna me recogería. Se suponía, porque últimamente estaba pasando mucho tiempo con un tipo seis años mayor, y que era totalmente opuesto a ella. Eran la pareja más rara y contrastante que alguien pudiera imaginar, pero era el único hombre al que Rayna no quería arrancarle los sesos... literalmente.

Miré la hora. Siete treinta. Veinte minutos de retraso. No había respondido a mis mensajes.

Me senté la parada de autobús y esperé en el frío. Y esperé..., y esperé. Otros estudiantes se subían a los autobuses. Si hubiera tomado uno apenas salí del examen ya estaría en mi casa, pero tuve la buena fe de confiar en mi amiga.

Corona celestialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora