XLVI

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Capítulo 46
Despedidas

Mike viajó con nosotros hasta Norteamérica para visitar a Rosie, para despedirse de ella para siempre, porque dudaba mucho de que cuando los límites se abrieran en unos años Rosie quisiera verlo o darle una oportunidad. Era difícil que ella estuviera disponible, y casi imposible que fuera a estar dispuesta. Fue hasta California sin saber si ella accedería a verlo, lo intentaba todo para hablarle al menos por última vez.

La tarde del regreso llegamos a la isla en Australia donde se encontraba la grieta abierta, la que llevaba a Ragnus y pasaba por Kaltos entremedio, donde Rion nos lanzó semanas atrás; habíamos acordado encontrarnos allí con Mike. Él se devolvería en un avión aparte.

Cuando aterrizamos, los guardias reales no tardaron en trasladar a la reina Eloise de vuelta a los reinos por su delicado estado. La hicieron descender primera por la grieta en una nave pequeña; un mini helicóptero tecnológico creado por Cyril. Solo quedaba una noche para que el pasadizo se cerrara.

Mike ya estaba ahí cuando llegamos, y se veía tan pensativo que me dio la sensación de que no le había ido bien, y le solicité a los guardias que nos dieran un momento antes de sumergirnos en la grieta.

—Johnson, quita esa cara de perro herido —ordenó Theo, sin saludarlo—. Superarás esto.

Mike se encontraba sentado sobre un tronco cuando nos sonrió con tristeza.

—Tú jamás hubieras superado a Claire.

Me senté en el tronco junto a él.

—¿Sientes que Rosie y tú son... como Theo y yo? —le pregunté amable.

Theo resopló.

—No existe una cosa parecida a lo que somos tú y yo, princesa.

Mike exhaló.

—No sé —admitió afligido—. ¿Cómo voy a saberlo? No he tenido tiempo de descubrirlo. No realmente, porque ella nunca ha sabido quién soy en realidad. Qué soy.

—¿Un hummon increíble y maravilloso? —Le di un codazo. Mike me sonrió menos triste y más agradecido.

Theo se aclaró la garganta. Se mostraba impaciente, pero yo sabía que detrás de eso existía verdadera preocupación por su mejor amigo.

—Vas a encontrar a la perfecta. Porque yo lo digo y punto —zanjó Theo.

Mike presionó los labios y se rascó la nuca.

—Tengo que intentarlo. Probar con Rosie. Si nunca lo intento, me arrepentiré.

Algo helado bailó en mi nuca. Theo se quedó estático.

—No puedes estar hablando en serio —masculló tenso.

Mike apretó más los labios y nos miró medio nervioso.

—Voy a quedarme en el lado humano.

Por poco mi mandíbula golpeó el suelo y caí de espaldas. La cara de Theo prácticamente se deformó.

—¡¿Qué?! —rugimos Theo y yo al mismo tiempo—. ¿Estás putamente loco? —continuó Theo—. No vas a quedarte entre los humanos, lejos de tus padres, de... nosotros, por una mujer.

Yo seguía con la boca abierta, con un poco de pánico.

—Mike, no...

Nuestro amigo se levantó con brusquedad.

—Sí lo haré. Ya te lo dije; prefiero intentarlo y que no funcione, a no intentarlo y no saber si hubiera funcionado. ¿Y qué pasa si ella es el amor de mi vida? No puedo quedarme de brazos cruzados solo por acompañar a mi familia. Claire igual dejará a sus padres en el lado humano, y tú estás bien con eso.

Corona celestialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora