PARTE 2
Pacta sunt servanda
«De lo pactado somos esclavos»Capítulo 12
El hogar es un sentimientoLa lanza sobre roca oscura y caliente. Una laguna gris, turbia y humeante. El aire ondeando pesado, con olor a azufre. El color muerte se reflejándose en la punta letal del arma. Una mano larga estirando los irregulares dedos para alcanzarla. Todo llenándose de un reflejo brillante, denso y poderoso que completó el campo de visión.
—Encuentra a los herederos, Claire. Cumple tu propósito. —Otra vez esa voz infinita distorsionándose—. Encuéntralos, y deténganlo.
«¿De qué hablas?», quise preguntárselo, pero todo se desvaneció.
※――――CMR――――※
Debí desmayarme poco después de la caída, porque no sabía dónde estaba hasta que una luz me calentó el rostro. Me encontré con una batalla de colores; morado, rojo, celeste, naranjo y rosado. Unas nubes esponjosas se repartían aquí y allá. Más abajo, las copas de los enormes pinos se balanceaban con una brisa fresca y suave, saludando.
Era el amanecer más bonito que había visto en mucho tiempo. El olor a madera y naturaleza se había instalado en mis pulmones, pero no solo por los pinos, ni por el suelo verde, ni por la hermosa y suave colina que se alzaba un poco más adelante. El aroma provenía de una piel, de un cuerpo latiente y tibio que me sostenía en brazos.
Escuché algunos pasos extras, pero el centro de mi gravedad se concentró en dejar de respirar y subir las pestañas hasta encontrarme...
Con él. Con ese rostro de rasgos duros. Con su simétrico metro noventa, fuerte y armónico. Esas pisadas arrogantes y balanceadas, y los brazos que me hacían sentir la persona más segura del mundo.
Llevaba su traje táctico que le hacía sobresalir cada uno de los músculos. Su pelo castaño oscuro estaba igual que siempre, ni corto ni largo, y desordenado de una forma que le daba el toque espectacular.
Sí, debía estar muerta, porque no podía imaginar un paraíso mejor.
Se dio cuenta de que desperté; creo que el planeta dejó de hacer el ejercicio de rotación por cómo me miró. Entreabrí los labios y los ojos se me llenaron de lágrimas. Él me dejó con cuidado sobre mis pies; los rayos del alba le bañaron el rostro de tonos majestuosos, parecidos a los colores presentes durante nuestro primer beso.
Un ruidito ahogado escapó de mi garganta. Sus facciones se contrajeron y estiraron en distintos puntos producto de la emoción que no se molestó en contener.
—Te amo —fue lo primero que salió por mis labios. No pude pensar en nada más al verlo. Mis recuerdos jamás le harían justicia, pese a que recordaba cada rincón suyo.
Su rostro tembló, a punto de romperse. Me sonrió y, sin esperar más, sus manos y su boca se lanzaron sobre mí; nuestros labios se unieron con un jadeo mutuo. Las lágrimas me humedecieron las mejillas y se colaron en nuestro beso. Sus largos dedos se metieron en mi pelo, y yo hice lo mismo con el suyo, que estaba tan sedoso como en las fantasías de mis sueños.
Su mano libre se ancló en mi espalda baja y se aseguró de que cada centímetro de nuestros cuerpos estuviera en contacto, mientras su lengua acariciaba a la mía en un baile desesperado y lleno de amor. Las piernas quisieron flanquearme, pero su agarre no me dejó separarme ni un poco.
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Corona celestial
FantasyLibro III Saga Atanea. -Borrador-. Bajo la tierra, donde la lava palpita, saluda un nuevo reino. Una tierra desconocida. Un lugar inexplorado. Un gobernante sepultado. Ardat puede convertir lo bueno en malo, el amor en desesperación y los deseos en...