Capítulo 11
Encuentro inesperadoCasi tres días y cuatro aviones después, cruzamos arriba de un trasbordador marítimo hacia una isla ubicada frente al continente de Australia. No perdimos tiempo; fuimos directo hacia las coordenadas de la grieta.
El problema era que estaba muy bien resguardada, y el primer plan de Rayna fue dejar inconscientes a los humanos. Obviamente, no dejamos que hiciera eso... Al menos no del todo.
Primero utilizamos las tácticas de espía de Rayna; se hizo pasar por una científica de Hungría, y fue a recolectar la información detallada y secreta que los expertos tenían hasta ese momento.
Mike y yo robamos unos trajes del personal y nos quedamos entre unos conteiners; aproveché ese momento para enviarle un mensaje a mi madre, como había prometido. Era un poco difícil pasar desapercibidos, dado que cargábamos unas mochilas llenas y una lanza de dos metros.
Esperamos hasta la noche para que el reciento estuviera más despejado. El viento era potente y rugidor, como un dios del viento gritándonos.
Cuando la mayoría de los humanos se retiraron a dormir, Rayna y Mike golpearon las sienes de los pocos que quedaban despiertos para noquearlos, y yo freí las cámaras de seguridad. Era seguro que estaban monitoreándola desde todo el mundo, por lo que lo hicimos rápido. Caminamos hacia la apertura en el suelo de la que se desprendía algo rojizo.
La grieta tenía un cerco alrededor, como una protección para que los niños no anden cerca de una piscina, y desde el interior brotaba calor y un resplandor negro, gris y rojo. Raro.
Ninguno de los drones sumergidos hasta ese día mostró algo útil; la cámara de estos se envolvía en fuego y luego no quedaba nada. Los científicos e ingenieros estaban en su apogeo; viajaron desde varios países a investigar el fenómeno durante las últimas cuarenta y ocho horas, pero todavía nada podía descender más que unos cuántos metros. Se rumoreaba que la NASA se encontraba en proceso de crear una especie de robot para estos niveles químicos específicos, y así ser ellos los que recabaran la información vital de lo que hubiese dentro
Pero no íbamos a esperar sin echar un vistazo antes. Rayna y Mike no dudaron ni por un momento en sujetarse del cerco metálico, escalarlo, y balancearse hacia el otro lado. A mí me costó un poco más, evidentemente; podría tener fuerza desarrollada y otras habilidades hummon, pero jamás tendría talento para la agilidad. Después de escalar y casi darme de bruces hacia el otro lado, los alcancé trotando hasta el borde.
Esperaba encontrarme con algo parecido al interior de un volcán; una gran cantidad de lava salpicando, o humo mezclado de un olor corrosivo, pero nos encontramos con... roca. Roca negra con tonalidades grises y rojas. Sí, era extraña, porque era como si tuviera lava hirviendo en su interior y eso resplandecía, pero se veía tan... nada. El fondo no era nada más que un oscuro vacío indistinguible.
No sentí nada especial. No había ninguna pista relacionada a nuestro mundo.
Nuestros rostros se iluminaron por el resplandor rojizo, y cuando me paré bien en el borde para tomar una foto para mamá, Mike tiró de mi camiseta hacia atrás justo antes de una sacudida del viento.
—No llegamos hasta aquí para que te caigas —gruñó sin ocultar la decepción.
No había nada hummon allí. Ni una señal de nada. Solo una enorme grieta provocada por un terremoto, con rocas calientes, cuya explicación de seguro sería revelada a la perfección por los científicos en unos días.
Un rugido demostró que Rayna no se esforzaría por controlar su desilusión; sacó los cuchillos curvos del cinturón y los clavó sobre la hierba amarillenta.
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Corona celestial
FantasyLibro III Saga Atanea. -Borrador-. Bajo la tierra, donde la lava palpita, saluda un nuevo reino. Una tierra desconocida. Un lugar inexplorado. Un gobernante sepultado. Ardat puede convertir lo bueno en malo, el amor en desesperación y los deseos en...