Capítulo 10

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Álex:



Esto iba a ser muy difícil. No era buena idea estar los dos en la misma casa. Solo había una única regla, no meterse en la vida del otro y esperaba que lo cumpliera. Nos pondría las cosas más fáciles. Necesitaba que se mantuviera al margen.


Muy dentro de mí sabía que todo había cambiado drásticamente. Parecía no ser consciente de lo peligroso que suponía todo. Suspiré mientras miraba como el nombre de Rachel apareció en el móvil sabiendo muy bien lo que iba a decirme.


Gracias a la niñata tenía que conseguir más dinero. Así que tenía que prepararme para esta noche. Colgué el móvil y pasé por delante de nuestros padres sin despedirme llevándome una mala mirada por parte de mi madre.


Cuando ya estuve entre las paredes de mi habitación le envié un mensaje a Rachel con la esperanza de que nuestros padres no tardaran demasiado en irse. Mis pensamientos no tardaron en cumplirse, fue justo cuando llamaron a mi habitación abriéndola solo un poco.


-Álex, nosotros nos vamos a tomar algo, por si quieres venir, Sofía nos ha dicho que se va a quedar en casa, está cansada del viaje y es mejor que se quede -siempre intentaba emplear el mismo tono cariñoso.


-No, paso, voy a salir un rato -dije lo más escueto posible.


-Ten cuidado ¿vale? -la voz de Alan llamándola me produjo una rabia interna. No me gustaba aquel tipo para mi madre, no soportaba la idea de que alguien pudiera hacerle daño, otra vez. No habíamos salido de un infierno para meternos en otro.


Aquellas imágenes volvieron a mí. La sangre teñía mis pequeñas manos. Mis ojos no podían apartarse de aquello. Esa escena se iba a repetir todos los días de mi vida.



-¡¡Álex!! -el rostro de Rachel apareció en mi campo de visión sin esperarlo. Me había concentrado demasiado en mis pensamientos-. Tu madre y el otro se iban justo cuando iba a tocar el timbre... oye ¿estás bien?

No estaba muy concentrado en sus palabras y no supe muy bien que responderle.

-Aquí tienes tu ropa -dije acordándome de ella. Todavía estaba en la misma posición en la que la había tirado Sofía cuando había entrado enfadada por haber utilizado su vestidor. A Rachel pareció bastarle con eso, se olvidó por completo de lo que estaba diciendo y una sonrisa se formó en su rostro al coger toda la ropa que le tendía.

-Faltan mis bragas, ¿es que le han gustado y se las ha quedado? -espetó con un tono de burla. No me había dado cuenta. A decir verdad, no le presté demasiada atención a la ropa ni a lo que faltaba.

Quería terminar con aquello ya, teníamos que ir a una fiesta y poder colocar a alguien algo de droga. No tenía la cabeza para aquellas tonterías así que al salir de mi habitación con el objetivo de volver a la cocina donde había dejado a Sofía mis pasos se detuvieron en seco al escuchar ciertos sonidos en su habitación.

Sin esperar a que me diera permiso para entrar cerré la puerta detrás de mí y el tarareo de una canción me llevó hasta la puerta que separaba el baño. Dejé caer mi cuerpo en el umbral de la puerta. La toalla se cernía sobre su cuerpo pequeño. Sus pies descalzos se alzaban un poco por su pequeña estatura. Su piel lisa tenía un tono sonrosado en la poca piel que permitía ver la toalla.

Mi pecado IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora