Capítulo 2

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Álex

-Solo dame un poco más -mi tono firme no daba opción a otra cosa-. Lo tengo casi todo, solo te pido un poco más de tiempo y lo tendrás todo.

El ruido algo atronador que había a nuestro alrededor no nos impedía hablar, pero sí que otros pudieran escuchar algo que no les interesaba. Ander solo soltó una carcajada bastante sonora en lo pareció una eternidad.

Su mirada me estaba analizando. ¿Qué cojones le pasaba? Nunca le había fallado y ahora no iba a empezar a hacerlo. Su tranquilidad para estas cosas nunca me había gustado y ahora mucho menos.

-Lo sé, sé no que me fallarás... sabes muy bien que no te conviene y somos como familia mi querido Alex -no lo éramos, era poco lo que nos unía; el pasado, la calle y la necesidad de reunir dinero.

-Lo sé -terminé diciendo en tono firme. Necesitaba irme de allí y encontrar una distracción. Sabía en aquellos momentos que era lo que necesitaba.

-Si ya has terminado con él te lo quito -la voz aguda que recitó aquellas palabras sabía a la perfección a quien pertenecía. Las manos de Rachel empezaron un recorrido por toda mi espalda-. Sé lo que necesitas.

Sus labios se situaron detrás de mi oreja con una suave caricia. Quería que yo hiciera el resto. Quería que estampara mis labios con los suyos de forma ruda, como solía hacerlo, como le gustaba.

Cogí su rostro con firmeza y estampé mis labios. No lo profundicé demasiado. Solo era una despedida, quería salir de allí.

Cuando rompí nuestro contacto Rachel no tardó en protestar, cosa que no me importó demasiado. Sabía cuándo no tenía que insistir. Me conocía lo suficiente para saber en cada momento el espacio que necesitaba.

-Sabes que yo te puedo ayudar -no iba a aceptarlo, tenía que hacerlo yo, no quería involucrar más a los míos.

Detecté a Ethan en la barra y sin acercarme para despedirme me separé de ella, me puse la capucha de la sudadera y salí al exterior.

El poco viento que hacía apenas me golpeó el rostro y hasta que no llegué a estar dentro del coche no me la quité.

Sus miradas siempre eran las mismas cuando alguien me veía dentro de aquel vehículo. Un tipo como yo no pegaba con un modelo como ese y a decir verdad yo también lo odiaba, me recordaba demasiado a con quien estaba mi madre. No lo solía utilizar mucho y cuando lo hacía no me importaba si algo le pasaba. Pensaba que comprarme un coche iba a hacer que cambiara mi opinión sobre él. Sabía demasiado bien quien era y lo que hacía y no lo soportaba.

Notaba como la velocidad iba aumentando al paso que esos pensamientos invadían mi mente.

Después de unos minutos las ruedas pisaban el suelo de aquellas calles que tanto conocía. Cada día que pasaba seguía todo en su mismo sitio. El ambiente de peligro no cambiaba y cada vez se notaba más al verse las calles vacías de gente. Por la noche parecía que el barrio estuviera desierto, pero era mejor así.

Aparqué el coche sin importarme demasiado si le pasaba algo. Me conocían muy bien por aquí y sabían que no era una buena idea.

No me detuve demasiado y cuando tuve delante de mí el club saludé a los porteros dejándome pasar al segundo. Una música muy ligera propia de estos lugares me recibió.

No me interesé por observar a mi alrededor. Ya lo conocía lo suficiente y no había nada más que me interesara en aquel momento. Mi destino lo tenía claro; Pedir el alcohol más fuerte y olvidarme de lo jodido que estaba todo.

Mi pecado IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora