Capítulo 45

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Sofía:

Mis pequeñas manos empiezan a recorrer su abdomen en unas caricias lentas pero intensas. Su camisa me estorba. No quiero tocar esta tela. Está sorprendido en que no haya salido corriendo. Esa idea nunca había pasado por mi mente, nuca me alejaría de él, lo había intentado un montón de veces y había acabado envuelta en él otra vez.

-Sofía... -el susurro que soltó sus labios muy cerca de mi oído me erizó por completo.

Mis manos guiaron a las suyas hasta ponerse en mis pechos. Un gruñido me hizo saber lo que aquel gesto había provocado en él. Se estaba dejando llevar por mí, me había dado el poder de guiarlo.

Quería que se olvidara de todo, que olvidara aquel momento tan espantoso y sobre todo que dejara aquel pasado atrás.

-¿Qué quieres Álex? -pregunté con un tono cargado de deseo.

-Quiero follarte en mil posturas diferentes hasta que no puedas moverte aquello me arrancó un gemido que fue callado en el mismo instante en el que se posaban sus labios sobre los míos.

En aquel momento no importaba nada, solo existíamos él y yo, solo nuestros cuerpos. Estábamos hambrientos el uno por el otro.

Mi cuerpo se empieza a mover contra el suyo notando su erección. Nuestras camisetas vuelan hasta aterrizar en el suelo y mi mano se desliza por todo su abdomen notando cada músculo que hace soltar gemidos.

Sigo bajando... hasta que estoy a punto de acariciar su erección. Su mano me intercepta en el camino y no puedo evitar que se frunza el ceño.

-Me estás llevando al puto límite solo con tu mano -su voz cargada de deseo acompañada de una respiración irregular me hizo soltar una de esas múltiples sonrisas pícaras que tanto le gustaban.


Su agarre no era fuerte, solo con un pequeño estirón pude soltarme. Estaba deseando aquello y no iba a echarme atrás.

-Ahora me toca a mí -con cada botón que saltaba sus brazos se contenían con la tensión que sentía. Sabía todo lo que le provocaba con cada uno de mis movimientos y lo estaba utilizando a mi favor.

Quería hacerlo enloquecer de placer.

Me mordí el labio, estaba tan duro que un calor muy profundo empezó a subir por dentro de mí.

Estaba deseando que me tomara con fuerza, pero primero iba a hacerle disfrutar a él.

Cuando mi mano entra en contacto con su miembro su mandíbula se tensa aún más. Echa la cabeza para atrás indicándome el placer que le estaba causando.

Mis labios dejaban suaves caricias por todo su pecho. Su respiración era demasiado irregular.

-No creo que pueda estar mucho más tiempo sin estar dentro de ti -su respiración chocaba con mi cuello mientras lo mordía.

Aquel gesto me arrancó un jadeo muy intenso.

-¡Te quiero dentro de mí ya!

-Vaya... al parecer te gusta dar órdenes princesita -su agarre se intensificó en mis muslos levantándome al instante.

Mi pecado IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora