Sofía:
La espalda me mataba. El muy idiota me dejó durmiendo en el sofá sin ningún tipo de remordimiento. Sabía que estaba esperando a que le dijera de dormir juntos en la misma habitación, pero eso no iba a pasar, me negaba rotundamente.
Necesitaba tranquilidad y ahora que el memo de Álex estaba todavía durmiendo era el momento perfecto para tener un poco de silencio. Me puse el bañador y aunque el tiempo no era exactamente el mejor para tomar el sol parecía que al menos un rato podía aguantar sin llover.
Dejé la cristalera que daba al patio trasero un poco abierto, ya que solo se podía abrir desde adentro.
Me acomodé sobre la tumbona y cerré los ojos intentando pensar en alguna idea para mi diseño. Antes de ir a París tenía que entregar un esbozo totalmente libre, pero quería que fuera lo más original que hayan visto. No quería que fuera el típico vestido de fiesta o al parecido, quería algo totalmente diferente.
Los volví a abrir fijándome en cada rincón de aquel lugar esperando que la naturaleza me inspirara.
Nada. No encontraba la sensación que debería de tener. Estaba frustrada, no me iba a dar tiempo.
Mis pensamientos se vieron interrumpidos por el agua que había aterrizado sobre mí. No me di cuenta de que Álex había salido y tirándose en bomba hizo que me mojara entera. La tumbona estaba muy cerca y el resultado terminó siendo un desastre.
-¡¿Pero tú eres imbécil o que te pasa?! -le grité con un claro cabreo. Me quité las gafas de sol completamente mojadas por su gracia y me levanté con intención de volver a entrar.
-¡Vamos! Solo es agua, además ¿Por qué llevas gafas de sol si está nublado? -preguntó con un tono burlón. No estaba de humor para sus malditas tonterías.
Me giré y empecé a avanzar hacia él mientras una idea cruzaba mi cabeza.
-No te importa -pronuncié por lo bajo mientras una sonrisa cruzaba mi rostro. Mis manos intentaron hacer un movimiento rápido para volver a tirarlo al agua, pero no fue como esperaba. Debió de predecirlo porque sus manos se aferraron a las mías haciéndome caer en la piscina con él.
El agua golpeó con mi cuerpo haciendo que toda la ropa se abrazara a mi piel. Inmediatamente busqué salir al exterior y cuando pude respirar con normalidad le lancé agua cabreada.
-¡Eres un capullo! -grité frotando los ojos.
-No soy yo el que ha intentado tirarme -hizo una pausa y sin darme cuenta ya lo tenía demasiado cerca. Sentí como sus manos atrapaban los mechones de mi pelo que se habían quedado revueltos por mi rostro.
-Volvemos a estar así en el agua -el susurro cargado de deseo me erizó la piel-. ¿A caso es una de tus fantasías?
-No, mis fantasías son más oscuras de las que piensas -seguí con el juego sin poderlo evitar. ¿De dónde habían salido esas palabras? Cuando él estaba cerca mi vocabulario se disparaba.

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Mi pecado I
RomansaSofía procede de una familia muy adinerada, llena de apariencias y poder, pero recibe una llamada que intensifica sus peores pesadillas. No solo tenía que digerir la noticia de que su madre había muerto hace tiempo sino que su padre ahora iba a casa...