Sofía:
No sabía qué hora era, pero el sonido de mi móvil me despertó algo aturdida, tampoco me acordaba de donde me había dormido. Aquello no tenía la comodidad de mi cama. Lo supe nada más levantarme un poco hasta quedar sentada.
Mierda, como me dolía la espalda.
Alcancé a coger el móvil justo a tiempo y sin molestarme en ver la pantalla.
-¿Si? -al mismo tiempo que mis labios pronunciaron aquella palabra reprimí un bostezo.
-Buenos días, cariño, ¿todavía estabas durmiendo? Siempre te levantas pronto -la voz de mi padre algo sorprendida me alentó a ver la hora. Las diez de la mañana. Tenía razón, no era normal en mí levantarme a esa hora, pero anoche me acosté tarde y si la alarma había sonado no me había dado ni cuenta.
-Si bueno... anoche tardé en coger el sueño -no podía decirle que había estado en una pelea ilegal con mi hermanastro y que después nos fuimos a una fiesta. Ni yo misma me lo podía creer.
-Solo llamaba para decirte que vamos a retrasar un poco el velatorio de Miranda...
-¿Miranda? ¿Ahora la llamas así? ¿O solo porque está tu querida al lado? -Sofía no empieces -dijo con un tono cansado.
-¿Por qué se va a retrasar? -pregunté incorporándome mientras me dirigía a la cocina. Nada más entrar vi un pequeño papel junto con una pastilla y un vaso de agua.
"Para el dolor de espalda"
Tu hermanastro idiota
Fruncí el ceño, le había llamado varias veces así, pero se lo merecía, es un auténtico idiota. Cogí la pastilla y la observé intentando encontrar por qué lo había dejado ahí preparado para mí. Si quería jugármela no le iba a salir bien.
La tiré a la basura junto con la notita. No iba a decirme lo que debía tomar, además tampoco me dolía tanto.
-¿Cariño estás ahí? -la voz de mi padre me hizo volver a prestarle la atención que había perdido por un momento.
-¡Sí!
-Decía que tengo un viaje de negocios muy importante y por eso vamos a retrasarlo un poco.
Resoplé, no era nada nuevo. Tampoco me podía indignar, debía de haberlo visto venir. Poner sus propis asuntos antes que nada era su especialidad.
-Ya bueno... lo haremos más adelante -no había otra, solo podía resignarme y no enfadarlo más.
-¡Genial! Por cierto, tengo una sorpresa que estoy seguro de que va a alegrarte los días aquí en California, en parte el viaje también es por eso aunque utilizó un tono muy alegre y emocionado no me convenció del todo. Ya no sabía qué esperar de sus sorpresas.
-Estoy impaciente -intenté sonar con un tono muy parecido a la emoción que sentía él, pero fue imposible. No estaba segura de querer la sorpresa. ¿Por qué tenía que irse de California para eso? No conseguía entenderlo.
-Voy a coger ya el avión privado, ya iremos hablando -y con eso dejé de escuchar su voz para dejar paso a un pitido que indicaba que había cortado la llamada.
-Menuda emoción la tuya, creo que tienes un problema con las sorpresas -la voz grave que provenía de mi espalda casi hace que se caiga el móvil de mis manos.
-¿Has estado escuchando la conversación? -pregunté con un tono de indignación.
-Ya sabes, la gente como yo no tiene mucha educación -me estaba provocando con ese tono de burla.

ESTÁS LEYENDO
Mi pecado I
Lãng mạnSofía procede de una familia muy adinerada, llena de apariencias y poder, pero recibe una llamada que intensifica sus peores pesadillas. No solo tenía que digerir la noticia de que su madre había muerto hace tiempo sino que su padre ahora iba a casa...