Capítulo 52

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Sofía:

Estaba muy mareada. Tenía muchas ganas de vomitar. Mi visión no era de lo más nítida. Todo estaba borroso. Intenté moverme, pero algo me lo impedía.

Sentí que estaba sobre un colchón, no era el más cómodo y mucho menos el más limpio, pero comparado con ese suelo lo agradecía. Un olor nauseabundo me invadió las fosas nasales. No podía soportarlo. Era demasiado fuerte.

No sé cuántas veces me había despertado y había sentido un pinchazo en el brazo. No por favor, quería salir de aquí, ¿Qué era eso? ¿Qué me estaban pinchando para tener sueño todo el rato?

****

Mis ojos por fin empezaron a poder visualizar bien mi alrededor, sin notar ese molesto dolor en el brazo.

Tiré de mi mano, pero estaba esposado a unas cadenas. Todavía me sentía muy débil, no sabía qué clase de droga me habían estado suministrando, pero era muy fuerte.

Miré a mi alrededor con la esperanza de encontrar algo con el pudiera liberarme. Nada, no había absolutamente nada, solo... ¿Qué era eso? Una manta tapaba algo bastante grande. Parecía que el mal olor venía de allí y un montón de moscas se iban acumulando.

No llegaba para quitar la manta, las esposas no me lo permitían sin hacerme daño, pero no parecía ser nada bueno.

-Cariño -una expresión alegre se reunía en su rostro haciendo que me recogiera las piernas para estar lo menos cerca de él.

-No tengas miedo, soy yo, Julio tu novio -se iba aproximando peligrosamente hasta sentarse al lado mío.

-Estás mal de la cabeza -murmuré con miedo.


-Posiblemente no es lo más inteligente que has dicho -soltó una carcajada en la que reuní todo el valor que me quedaba porque no viera como las lágrimas salían sin control. Giró lentamente la cabeza hasta ese punto en el que segundos antes había recaído toda mi atención.

Se levantó y se puso de cuclillas retirando aquella manta maloliente. Todo el mal olor aumentó haciendo que fuera imposible mantener los ojos abiertos.

Cuando pude ver que se trataba, mi sangre se heló dejando de correr por mis venas. Mi rostro se volvió pálido. Mi cuerpo no podía reaccionar ante aquella imagen.

Ya lo había visto en fotos, pero no era lo mismo. La tenía delante de mí. Aquello tan macabro que había visto solo en imágenes lo tenía delante de mis narices.

Lorna estaba ahí. Llena de sangre. Todo lo que no se podía ver bien con una foto lo estaba viendo ahora. Moretones realmente negros. Sangre y más sangre. Miembros amputados. Sus ojos seguían abiertos y me miraban directamente.

¡Dios mío!

-¿Te gusta mi creación? -lo miré incrédula, ¿se refería a su macabro juego de tortura?

Mi pecado IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora