Capítulo 51

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Álex:

Antes de bajar toda mi rabia y expulsarla en su cara cogí a una antigua amiga que estaba dispuesto a utilizarla si se complicaban las cosas.

Sostenía el arma con firmeza y con ganas de estamparla en su puta cara. Mis pasos no vacilaban, tenía claro el objetivo e iba a terminar toda esta mierda ahora.

Golpeé con fuerza la puerta sin parar.

-¡Sal cobarde! - grité con una rabia que me consumía-. ¡Vamos cabronazo!

Mis gritos posiblemente despertarían a todo el barrio, pero ahora mismo era lo que menos me importaba.

-Pero ¿qué son esos gritos? -una señora mayor junto a su marido salieron de la casa. ¿Pero qué mierda? la señora se aferraba a ponerse bien unas gafas que le permitían ver qué pasaba.

Volvía mirar la dirección que había anotado en mi móvil. No me había equivocado, la dirección daba a esta casa.

Vi como su mirada se centraba en mi arma y empezaron a retroceder y sujetar con fuerza la puerta.

-¿Dónde está Julio? -pregunté con tensión. No les iba a hacer nada solo quería al cobarde de Julio.

-Oh Julio, él ya no vive aquí, solo le alquilamos la casa unos días -su voz temblaba un poco y sus manos seguían aferrándose a la puerta para cerrarla enseguida.

-¿No está aquí? -ya me habían respondido aquello, pero seguía en mi asombro. ¿Dónde mierda estaba aquella rata?

Me giré con cabreo hacia mi coche.

Entonces lo entendí, sabía que con aquellas fotos conseguiría alejarme de la casa de Sofía. ¡Mierda! ¡Joder! aquella mierda de Alan no haría nada, solo se protegería a sí mismo.

Encendí el motor y sin importarme una mierda los semáforos aceleré con mucha rapidez. Aquella noche apenas había otros vehículos por la calle, cosa que agradecí.

Cuando estuve delante de su casa me quedé sin poder reaccionar todo lo rápido que quería. Estaba lleno de coches patrulla y una ambulancia.

Salí mirando por todas partes. Las luces no dejaban de brillar y el pánico se adueñó de mí en pensar en Sofía y mi madre.

-¡¡Álex!! -aquella voz masculina me sacó de mi trance. Alan estaba dentro de un coche patrulla esposado y con la ventanilla bajada que le permitía llamarme.

Me acerqué sin que nadie me viera y me puse a su altura.

-¿Qué coño ha pasado? -pregunté duramente. Ahora mismo le volvería a partir la cara, pero antes necesitaba saber que ellas estaban bien.

-Se la ha llevado, se ha llevado a Sofía -su rostro de angustia hacía que pensara por un segundo que le importaba.

-¡Maldito hijo de puta! -toda mi rabia se concentró dentro de mí dándole una patada al coche.

-¡Álex para! Joder escúchame.

-¡¿Qué cojones quieres?! Tú lo has permitido, tú has permitido que ese psicópata descerebrado se haya llevado a Sofía -le grité con rabia.

-Y por eso necesito pedirte que hagas lo que tengas que hacer para recuperarla sana y salva -su tono serio me hizo entender a lo que se refería.

-Sé que tienes un arma, utilízala. Protégela, hazlo mejor que yo... por favor -su súplica no era necesaria, ya sabía lo que tenía que hacer y Sofía volvería a estar conmigo.

Sin una respuesta me alejé de él y entré en casa. Un motón de policías recogía pruebas mientras un médico la atendía a mi madre.

-Mamá -la llamé con angustia.

-Cariño se la han llevado y no hemos podido hacer nada -dijo con lágrimas en los ojos.

-Ya me lo ha dicho Alan, pero sé que hacer -le dije en un susurro. No quería a la policía de por medio, solo retrasarían mi plan. Iba a ir personalmente a cargarme a ese cabrón.

Dejé a mi madre hablando con un policía y sin que se dieran cuenta de mi presencia me encerré en una habitación para llamar a Ethan.

-Ethan necesito...

-Ya lo sé, nos hemos enterado y ya estoy con la ubicación del collar.

Solté un enorme suspiro. No quería que pasara ni un maldito segundo más sin saber dónde estaba.

-Está costando, no está cerca, tiene que estar en algún punto bastante alejado y con difícil alcance -dijo algo presionado.

-¡Joder!

-¿Le has dicho a la policía sobre el localizador? -preguntó.

-No. Quiero hacerlo yo, si lo saben ellos no me dejaran ir y pienso cargarme a ese tío.

-Álex joder ten cuidado, sabes cómo es esa rata, lo mejor sería que se lo dijeras a la policía a lo mejor lo pueden lograr antes que yo -mencionó.

-Dame el maldito móvil -la voz de Mackenzie sonó a lo lejos.

-¡Álex deja de hacer tonterías y díselo a la policía joder! -me gritó de tal forma que tuve que alejar el móvil de mi oreja.

La rabia que contenía mi cuerpo solo quería lanzar el móvil contra la pared y que todo terminara con ese gesto.

-Por favor, es Sofía -suplicó con un tono mucho más calmado.

¡Joder! Tenía razón, si no lo hacía la iba a perderla para siempre y eso no iba a permitirlo.

Salí corriendo tropezando con algunos que seguían tomando huellas hasta el salón donde mi madre terminaba de contar lo que había pasado.

-Creo que puedo tener su ubicación.

Mi voz alertó al inspector y dejó de escribir en su libreta.

-¿Cómo dice? -preguntó con curiosidad.

-Lleva un colgante con un localizador si alguien lo descifra tendremos su ubicación -porque coño no se movía o llamaba a alguien.

-Está bien, dígale a Rob que venga y que es un asunto con máxima prioridad - después de aquello un montón de agentes se movilizaron para llamar por la radio.

Me estaba desesperando el saber que estaba en manos de ese psicópata.

-Tranquilícese, la vamos a encontrar -Julio no ha hecho esto de un día para otro, tiene un plan y el no saber cuál iba a ser su siguiente paso me ponía de los nervios.

****

Horas. Habían pasado horas desde que intentaban averiguar dónde estaba y seguían sin nada.

No podía dejar de pasear en círculos. ¿Por qué tardaban tanto? No íbamos a encontrarla a tiempo.

-Álex siéntate conmigo -la voz de mi madre intentaba hacer que me tranquilizara, pero solo pasaría cuando tuviera conmigo a Sofía.

-No puedo.

-¡¡La tenemos!! -aquel gritó hizo que detuviera mis pasos. Me abalancé para ver la dirección. Era una cabaña abandonada en el bosque.

Memoricé los números y salí disparado hacia mi coche. No iba a esperar que montaran el comando. Iba a hacerlo por mi cuenta.

-¡Eh! ¡Deténgase ahora mismo! -el inspector intentó detenerme, pero arranque el motor sin darle tiempo. 

Mi pecado IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora