Capítulo 31

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Álex:

Mi móvil empezó a sonar mientras salía del ascensor y con dificultad lo saqué del bolsillo.

Mackenzie

-¡¿Álex, ¡¿dónde estás?! -su grito no me dejó tiempo de decir absolutamente nada.

-Entrando en casa ¿por? -respondí con tranquilidad mientras giraba la llave en la cerradura.

Cerré la puerta encontrándome con Mackenzie de pie dando vueltas sobre sí misma muy alterada, pero lo que me hizo reaccionar fue verla a ella en el suelo.

¿Pero qué coño...?

Solté la bolsa y el móvil lanzándolo al suelo sin importarme lo más mínimo y me lancé junto a Sofía.

-¡¿pero qué coño ha pasado?! -dije gritando en dirección a Mackenzie.

-No lo sé yo... -intentó explicar.

Giré el cuerpo de Sofía con cuidado y cuando vi la piel llena de manchas rojas que no dejaban de empeorar y el sonido que hacía al respirar sabía que le estaba costando.

-¿Le has dado nueces? -levanté la mirada en Mackenzie. Estaba a punto de llorar, estaba asustada.

-No lo sabía te lo juro -pronunció con torpeza.

Los ojos de Sofía se cerraban en un intento de reunir todo el oxígeno posible. Tenía las vías obstruidas y ni eso ni nada iba a hacer efecto, solo la auto inyección de epinefrina y por lo que podía ver no fue cuando se lo dijo su padre.


-Sofía escúchame, necesito que estés lo más quieta posible -como pudo con la cabeza asintió y la puse boca arriba.

-¿Cuánto hace que está así? -pregunté firme.

-Ha sido ahora, no hará ni diez minutos.

-¡¡¿Y por qué cojones no has llamado a una ambulancia?!! -grité con cabreo. Miré mi reloj. Media hora, era lo que teníamos y si llamábamos ahora a una ambulancia iban a tardar demasiado.

Rompí un poco su camisa para que no estuviera muy ajustada a su cuerpo y la cargué a mis brazos.

-Coge las llaves de mi coche -pronuncié en dirección a Mackenzie-. ¡Mackenzie vamos joder no hay tiempo!

Estaba demasiado bloqueada y aquello podía causarle serias consecuencias.

Mi pecado IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora