Capítulo 33

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Sofía:

Mackenzie empezó a emocionarse demasiado. Puso algo de música y bailando por toda la estancia cogió algunas prendas para mirarse en el espejo.

-No, para ese pantalón es mejor este top -le dije poniéndome a su lado con un top más básico.

-Sí tienes razón -cogió el que yo le ofrecí y tiró el otro encima de la cama. Se fue corriendo al baño para cambiarse y yo de mientras seguí mirando todas aquellas prendas.

Escogí una falda algo ajustada y un top muy bonito que parecía también muy ajustado.

-No te recomiendo que lleves falda para una fiesta, posiblemente cuando te canses y no haya asientos libres vas a querer sentarte en cualquier sitio y con falda se te va a ver todo -la voz de Mackenzie me sorprendió saliendo del baño mirando en mi dirección.

-Toma, ponte este pantalón -en su mano había un pantalón corto vaquero que parecía bastante cómodo.

-Está bien, en esto te voy a hacer caso a ti -pronuncié dirigiéndome hacia el baño mientras soltaba una sonrisa burlona.

Cuando acomodé la ropa y estuve satisfecha con el resultado fue cuando salí para encontrarme con que Mackenzie había cogido en un montón toda la ropa echándola de mala manera dentro del armario.

¿Pero qué...?

-¿Qué? Esta noche cuando vuelva no iba a ordenarlo todo -dijo con humor. Solté una carcajada sin poderlo evitar y terminando los últimos detalles estuvimos más que listas.

-Estás increíble, deberías de ponerte más mi ropa -nos reímos con lo que soltó Mackenzie y nos encaminamos hacia la salida.

Bailar, saltar, gritar... eso sonaba demasiado bien, esta noche solo quería eso.

*****

La casa donde se organizaba la fiesta no la imaginaba así. Creía que sería por su barrio y se celebraría en alguna casa pequeña, pero cuando llegamos me sorprendí al ver justo lo contrario. Una casa bastante grande se alzaba ante nuestras vistas.

La música llegaba a mis oídos como si ya estuviéramos dentro y la gente se acumulaba en pequeños grupos en el jardín delantero sin dejar de cantar y bailar a su ritmo.

Una sonrisa por la impaciencia y algo de nervios se instalaron en mí haciendo que tuviera más ganas de entrar.

El interior era como esperaba. Las diferentes salas donde se acomodaba la gente eran de lo más espaciosas, aunque estuvieran hasta reventar de gente. La poca decoración que había me daba a entender que a lo mejor los propietarios se estaban mudando al barrio y por ello estaban haciendo una fiesta.

La música estaba taladrando mis oídos, pero aquello no me impidió escuchar la voz de Mackenzie.

-Vamos a tomar unos chupitos -gritó por encima de todo el ruido. Me cogió de la mano para guiarme entre toda esa gente hasta llegar a la cocina donde todo el mundo estaba cogiendo lo que quería.

Mackenzie preparó unos vasos de chupitos con un líquido negro que no parecía tener muy buena pinta. No le di muchas vueltas y cuando aquel líquido pasó por mi garganta sentí como si fuera fuego puro.

Me ardía profundamente.

¡Joder! ¿Qué era eso? Mi rostro debía ser bastante gracioso en aquel momento y por ello Mackenzie parecía que iba a morirse de la risa tan exagerada que tenía.

-¿Se puede saber qué coño era eso? -antes de responder su me miró con incredulidad. No se esperaba que utilizara aquel vocabulario a lo que no pude evitar reírme.

Mi pecado IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora