Capítulo 41

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Sofía:

Un cúmulo de voces se escuchaban a lo lejos. No puedo distinguir a quien pertenece cada grito, pero si puedo adivinar que están discutiendo. Quiero saber qué es lo que está pasando.

En ese momento una tercera voz se une la cual, su tono relaja a los demás.

-Esto es un hospital, así que les voy a pedir que si quieren discutir vayan fuera.

Solo pude ser consciente de aquello. Mi mente está muy confusa, mis ojos hacían el esfuerzo de abrirse, pero no lo conseguían. Estaba demasiado cansada, solo quería dormir.

*****

No sé qué hora era, pero la claridad de aquella luz blanca me incomodaba. Tuve que parpadear durante unos segundos para lograr acostumbrarme a ella.

-Cariño, por fin te despiertas, hemos estado muy preocupados por ti -la voz tranquila de mi padre hacía que dudara de su palabra.

Miré a mi alrededor, pero solo lo encontré a él.

-Amanda estaba conmigo hace cinco minutos, pero tenía una conferencia, me dijo que te lo dijera y Julio tenía una reunión de negocios muy importante -pronunció acercándose a mí.

Los había mencionado a todos menos al único que me interesaba. Cuando terminé de inspeccionar la habitación vi que estábamos solos.

¿Y Álex? ¿No había venido?

Una profunda decepción me invadió al momento haciendo que preguntara por él sin importarme la mala cara que hizo cuando lo nombré.

¿Y Álex? -pregunté con la boca algo seca.

-No ha venido, en realidad desde que te sacamos de la montaña no se ha dignado a presentarse ni a pedir disculpas -aquella confesión me pilló por sorpresa.

¿No había venido?

-¿Por qué tiene que pedir perdón? Él no pidió que nos entraran a robar dije con claridad.

-Bueno eso no lo sabemos, ¿Y si lo fingió todo para coger ese dinero sin levantar sospechas? -no podía creer lo que estaba diciendo.

-Esa es otra, ¿Cómo es que tienes tanto dinero allí? -pregunté desviando la atención.

-No quiero tenerlo todo en el mismo sitio, además no creo que deba darle explicaciones a mi propia hija de mi dinero -aquel tono no me sentó nada bien. Solo era una maldita pregunta, no le estaba acusando de nada.

Su reacción era absurda y sin sentido.

-¡Hola, Sofía! Parece que ya estás mejor, he venido para hacer la última revisión y darte el alta -la voz alegre del doctor hizo que detuviéramos nuestra conversación

Mi pecado IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora