Sofía:
Una sensación que nunca antes había experimentado me había invadido durante toda la mañana. Lo único que no lograba entender es la ausencia de Álex. Cuando me levanté no estaba por ninguna parte, pero no quise darle demasiadas vueltas.
No sabía muy bien que era lo que nos estaba pasando, pero solo tratábamos de disfrutar durante este tiempo. En aquel momento el sonido del móvil me sacó de mi ensoñación. Abrí el mensaje sin esperar leer aquello.
Sé que vas con él, te gusta jugar a un juego que es muy peligroso.
La taza que sostenía mi mano se resbaló cayendo al suelo formándose así en mil trocitos. Eliminé aquel mensaje. Tenía que hacer como que aquello no había pasado.
Recogí los trozos que había en la alfombra y los tiré a la basura. Justo en ese momento el sonido fuerte de un portazo me hizo volver a la realidad.
Fruncí el ceño. ¿Qué pasaba?
Vi como la figura de Álex se precipitaba por el pasillo. No sabía lo que había pasado, pero tenía que ser algo bastante gordo como para alterarlo de esa manera.
Sin pensarlo muy bien me fui directa hacia él y cuando entré me paré en seco. Nunca lo había visto así. Parecía un león enjaulado anhelando la libertad inmediata. Sus pies iban de un lado a otro mientras se frotaba su rostro.
-¡Eh! Álex mírame! -grité haciendo que se detuviera. Le cogí las manos para poder tener su atención.
Cuando pareció ser consciente de que estaba ahí con él me sostuvo el rostro con urgencia.
-Estás aquí, estás bien -su susurro me puso alerta. Claro que estaba ahí. ¿Qué demonios estaba pasando?
-Sí, estoy aquí -dije haciendo una pausa. Nos sentamos uno enfrente del otro sin separar un centímetro nuestros rostros-. ¿Qué ha pasado?
Su mirada me aterraba. Ese brillo de temor nunca se lo había visto. Entonces me acordé. Hoy era ese día. La foto de la ecografía volvió a mi mente. ¿Sería eso? ¿Algo relacionado con eso?
-Álex por favor cuéntame que está pasando -le supliqué. Necesitaba saberlo para poder ayudarlo.
-¡No! -su forma tan dura con la que reaccionó me sorprendió he hizo que echara unos pasos hacia atrás.
Nuestras miradas estaban conectadas. El pánico mezclado con el cabreo que enseñaba la suya solo me invitaba a acercarme a él con la necesidad de sentirlo.
-Necesito que te vayas -dijo con un tono diferente. Se calmó un poco, pero esa sensación de dolor no desapareció.
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Mi pecado I
RomanceSofía procede de una familia muy adinerada, llena de apariencias y poder, pero recibe una llamada que intensifica sus peores pesadillas. No solo tenía que digerir la noticia de que su madre había muerto hace tiempo sino que su padre ahora iba a casa...