Sofía:
Sentía la boca pastosa. Mi cuerpo me pesaba demasiado. A penas podía moverme un poco. Sentía como si un edificio entero hubiera caído encima de mí.
Mis ojos poco a poco se iban acostumbrando a la luz blanca tan cegadora. Movía la cabeza hacia un lado para no tener que volver a cerrar los ojos a causa de la luz.
Me costaba hacerlo, me dolía mucho todo el cuerpo, hasta el más mínimo movimiento. Sentía el tacto de alguien sosteniendo mi mano. Su cabeza estaba apoyada en ella sin poderle ver el rostro.
No hacía falta, sabía de sobra a quien pertenecía aquel aroma. Una sonrisa se formó automáticamente en mi rostro. Este era el lugar donde quería estar desde el principio. En sus brazos, sintiendo que no hay nada que pueda dañarnos.
-¿Sofía? -su rostro se levantó mirándome directamente a los ojos. Con una sonrisa de mi parte se levantó a toda velocidad llamando a gritos a los doctores.
El doctor con la típica bata blanca seguido de algunas enfermeras miró los aparatos que no dejaban de emitir aquel sonido que se me hacía tan pesado.
Anotaron unas cuantas cosas y nos informaron.
-Todavía no vamos a darte el alta, queremos hacer algunas pruebas y ver cómo evoluciona todo.
No quería estar ahí. Quería estar en casa con Álex.
-Las visitas serán reducidas, todavía tiene que descansar mucho -cuando el doctor terminó dejaron que Álex se quedara unos minutos más.
-Necesito saber que ha pasado con... Julio y mi padre -me costaba pronunciar sus nombre y no estaba segura de lo que sentía.
-Julio... está muerto -hizo una pausa mientras retiraba un mechón de mi pelo-. No sobrevivió y tu padre está en prisión por sus negocios.
-Todavía no puedo creer todo lo que ha pasado, mi vida ha estado llena de secretos y mentiras -dije decepcionada por todo aquello.
-Sé que es difícil, pero es mejor así -pronunció con un gesto serio.
Mi mano acarició su rostro, mostraba signos de cansancio. Unas ojeras alrededor de sus ojos se pronunciaban demasiado.
-Estás cansado -afirmé. No necesitaba preguntarle si había ido a casa a dormir, estaba claro que eso no había ocurrido.
-No me he despegado de ti, no pensaba dejarte ni un segundo, no podía permitirme perderte otra vez.
Apoyé mi frente en la suya sintiéndolo más cerca que nunca.
-Hola, ¿Qué tal estas Sofía? El médico nos ha dicho que ya has despertado -la voz de Amanda entró hablando bajito.

ESTÁS LEYENDO
Mi pecado I
عاطفيةSofía procede de una familia muy adinerada, llena de apariencias y poder, pero recibe una llamada que intensifica sus peores pesadillas. No solo tenía que digerir la noticia de que su madre había muerto hace tiempo sino que su padre ahora iba a casa...