2.- El deber, ante todo

56 15 1
                                    

En la actualidad.

—¡Julieta, despierta!

Roberto tomó de los hombros a su novia moviéndola de un lado a otro para que despertara. Ya que, como la mayoría de las veces, tenía una pesadilla que terminaba desencadenando en un ataque de asma. Cosa que le preocupaba mucho al chico.

—¿Qué sucede Roberto? Deja de jalarme así. ¿Qué te pasa?

Se levantó molesta. Reclamándole por despertarla. Al momento de abrir los ojos olvidaba con rapidez lo que había soñado.

—Oye tranquila. Estabas teniendo de nuevo pesadillas. Si no te despierto a tiempo te pones muy mal. —Comentó molesto por la forma que reaccionó la muchacha al despertar.

—De acuerdo. Lo siento, pero mañana tengo que atender a un proveedor. Debido a que mi padre está de viaje. Por la noche veré a Ale para ir a cenar, ya que festejaremos que regresó al país. Tiene mucho que no la veo y quiero ponerme al día con los por menores de su maestría.

Mientras platicaba se incorporó para buscar en su buró el inhalador. Puesto que le fastidiaba de sobremanera el tener que terminar en una sala de emergencia con un ataque de asma. Por no atender a tiempo el problema.

Desde que había cumplido sus veinticinco años. Sus crisis estaban disparadas. Sentía que no le servía la medicina que tomaba. Vivía cansada de estar esclavizada al aerosol en todo instante del día.

Se recostó y cerró los ojos burlándose de sí misma. Julieta Altamirano Robledo. Vicepresidente del Grupo Chocolatero Altamirano. Una empresa líder en México y posicionada a nivel trasnacional. Era una de las mujeres jóvenes más influyentes de Guadalajara. Se encontraba presa de una enfermedad que desde sus tres años la acompañaba. Y a diferencia de la mayoría de las cosas que la rodeaban. Su afección jamás la dejaba sola. En ningún instante del día. Era tan desesperante el no poder sentirse normal, como cualquier mujer joven y sana. Sus padres hicieron de todo a lo largo de su vida esperando que se curara. Conocía a los mejores médicos locales e internacionales. Habían recurrido al naturismo, homeopatía, alergología. Fue operada a sus nueve años de las anginas y adenoides para evitar que pasara tanto tiempo hospitalizada. Pero nada hasta la fecha había podido dominar sus ataques de asma. El thaichí resultó una influencia positiva para su enfermedad. El control de las respiraciones. El ejercitar su físico y la mente le ayudaron a canalizar la ansiedad que sentía cuando se ahogaba. Esto le permitió controlar su cuerpo para realizar respiraciones pausadas con las cuales ventilaban mejor sus pulmones. Lástima que tardara hasta los diecinueve años para que Alejandra, su amiga, la animara a practicarlo.

Roberto dormido se giró abrazándola. Se incomodó un poco Julieta, ya que no le gustaba ese tipo de contacto con él. Era su novio, quizás terminaría casada con él. Más sin embargo le disgustaba de sobremanera que fuera tan empalagoso y no respetara su espacio. Con cuidado se zafó de él poniendo una almohada en su lugar. Mientras ella se acomodaba en un rincón de la cama para intentar conciliar el sueño. Esperaba no terminar con ojeras más profundas que las que de por sí ya tenía, como resultado de sus problemas respiratorios.

La mañana transcurrió con tranquilidad en el Grupo Chocolatero para Julieta. La negociación con el proveedor fue todo un éxito. Pensó en cómo su padre y su hermano estarían orgullosos de ella.

—Disculpe que la moleste licenciada. Su madre se encuentra en la línea.

—Pásame la llamada, por favor, Rosy.

Julieta se tocó el puente de la nariz con expresión cansada. En espera de escuchar la voz de su madre por el auricular.

—Querida, ¿Cómo te encuentras? —Olivia cuestionó a su hija. Más entusiasta de lo normal.

—Bien mamá. ¿Qué sucedió con tus amigas para que me llames de tan buen humor y a estas horas a la oficina? —Preguntó un tanto impaciente mirando el reloj de su computadora. A la par que el informe que necesitaba terminar antes de salir del trabajo.

—Julieta, ¿por qué me hablas de esa manera tan hostil? Que no se te olvide que soy tu madre. Me debes respeto.

Al escuchar la reprimenda volteo los ojos hacia arriba de inmediato, en señal de fastidio.

—Sabes que jamás te he faltado al respeto. Es solo que al no estar papá en la empresa yo soy la responsable de que todo esto funcione a la perfección. Disculpa si lastimé tus sentimientos por mis palabras. Cuéntame. ¿Qué sucede?

Julieta puso el altavoz en el auricular y comenzó a trabajar mientras escuchaba a su madre.

—Pues disculpa, si te quito tu tan preciado tiempo. Esto te concierne por lo que no lo puedo dejar pasar. Me contó Cuquita, que le dijo Herminia. Que Robertito, charlo con su padre y le confió que ya compró un anillo de compromiso. El sábado. Por fin formalizará la relación contigo. ¡O nena! Es tan emocionante el hecho de que por fin regularicen la situación. Porque no soy tonta. Sé que él pasa las noches en tu apartamento. Eso no se ve bien. Sé que son otros tiempos, pero una señorita respetable no debería de comportarse así. Si él no fuera un abogado de renombre. Que pronto se convertirá en el Fiscal de Jalisco. Ten por seguro que no permitiríamos esta situación.

—Mamá. Solo te pido que tomes en cuenta que soy una mujer de veinticinco años. Hecha y derecha. Tengo mi propio apartamento. Soy dueña de acciones de la empresa y no necesito que nadie juzgue mi conducta. Por otro lado, no estoy segura de casarme con "Robertito" como tú le dices.

—No puedo creer que te comportes de esta manera Julieta. Yo no te eduqué así. No entiendo la grosería de encontrarte hablando conmigo de esa forma. El mantener el teléfono con el altavoz y estar trabajando mientras charlamos de cosas tan importantes que atañen a tu vida. Es una total falta de educación. Y ¿qué significa eso de que no estás segura de casarte con Robertito? Acaso piensas que ese tipo de hombres se dan en las macetas. ¿Eres tonta o qué? ¡Por Dios! Recapacita y no lo rechaces solo para lastimarme a mí. Ten consideración de él. Toma en cuenta todos los años que llevan juntos. ¿No te significa nada? Eres un ser egoísta. Deja que llegue tu padre. Le contaré lo que le quieres hacer a ese buen hombre.

Olivia hablaba tratando de controlar el temblor de su voz por el coraje que le producía el escuchar las incoherencias que decía su hija menor. A lo largo de este tiempo, Joaquín la había echado a perder. Al con secuenciar, todo lo que hacía. Debido a la enfermedad que tenía desde pequeña.

—De acuerdo mamá. Tú ganas. Le diré que sí, pero por favor no preocupes a papá con todo este asunto. Recuerda que aún está reciente el micro infarto que tuvo hace dos meses. Él no puede estar ante ningún tipo de estrés. Tienes que tomar en cuenta lo que dijo el médico.

Julieta juntó sus manos tapando su cara, trataba de evitar el llanto de rabia, para poder controlarse. Sentía como se le cerraban los bronquios y empezaba a escuchar el silbido que anunciaba una inminente crisis de asma. Buscó en el cajón de su escritorio. Los broncoespasmos se habían incrementado. El inhalador se encontraba vacío sin ninguna dosis disponible. Eso le pasaba por prestar mayor atención a su trabajo que a su salud. Trato de relajarse y controlar su respiración. Recordó que en su carro guardaba otro inhalador de repuesto. Pensó en pedirle a su asistente que fuera por él. Sin embargo, hace rato que se encontraba sola en su oficina, como todos los días.

—Julieta quiero que te tranquilices y tomes tu medicamento. Recuerda que lo hago por tu bien. Mi papel como madre de esta familia es velar porque todo se desarrolle cuál debe ser. Te quiero. Nos vemos el sábado en la casa de campo de la primavera de Herminia y Roberto para la celebración. Chaíto nena.

Olivia colgó el teléfono con un sabor amargo en la boca por la discusión. A la vez trataba de reconfortarse. Ya que su sentido de madre le indicaba qué. De no hacerlo así. Su futuro se podría ver afectado. Sí, no presionaba a su hija para que tomara la decisión correcta. Fracasaría tanto social. Como amorosamente. Se preguntaba. ¿Dónde encontraría un hombre con todas esas cualidades? Guapo. Educado. Rico. Un abogado. Que casi se convertía en fiscal. Hijo de una de las mejores familias de Guadalajara.

Julieta terminó de hablar con su mamá. Se levantó de su silla cerrando las persianas de sus ventanales. Puso seguro a su puerta y con increíble paciencia empezó hacer taichí, en posiciones cómodas. Le tomó alrededor de una hora regular su respiración. Se detuvo con los ejercicios para ponerse a terminar su trabajo.

Amor Entre el Tiempo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora