Entraron Erick y Esteban al consultorio. Los dos estaban muy serios, tanto que Julieta comenzó a sentirse incómoda. Prendieron las cámaras para grabar la sesión. Ellos se pusieron en sus lugares respectivos y el doctor le pidió a Julieta que se recostara bien sobre el sofá. Comenzó con el mismo procedimiento que Alejandra había utilizado para provocar la hipnosis. En el segundo que Julieta salió del elevador en el décimo piso. El profesor la llevó al momento en el que Alizeé tenía un año y su madre se encargaba de enseñarla aprender francés. Poco a poco fue pasando por su edad escolar. Conforme iba creciendo, el profesor Erick le hablaba, y Julieta le entendía al instante. Él la empezó a cuestionar en ese idioma. Primero le pidió que le describiera cosas que le gustaban y se expresaba a la perfección. Sin que el doctor lo pudiera evitar, Esteban se entrometió y comenzó a hablar con ella, antes de que Erick la hiciera regresar al elevador.
—Alizeé es necesario que te sitúes en el año de 1928 y recuerdes todo lo que viviste con Allan Wodrich. Quiero que me hables de él.
—Él era un joven pescador, rubio, muy guapo. Él fue el primero que conocí al llegar a Terranova, ya que él me recogió con su barco pesquero. Me llevó con mi futuro esposo.
—Espera Alizeé. Háblame más respecto a Dante.
Erick zanjó lo que decía Julieta del pescador. Se hallaba muy molesto por el entrometimiento de Esteban. De hecho, estaba tan enojado, que no lograba comprender la intromisión de su amigo. Se encontraba fuera de sí, él no se comportaba de esa manera. Se dirigió a donde estaba Esteban y comenzó a sacarlo del consultorio en contra de su voluntad.
—¡No! ¡No lo escuches! ¡Recuerda al pescador! —, antes de que su maestro, lo terminara de expulsar a la fuerza. Le imploraba desesperado a Julieta—. ¡Solo piensa en Allan y lo que viviste con él!
Cuando volvió a gritar la petición a la muchacha. Erick no se pudo contener. A pesar de ser una persona pacífica y más viejo que él. Le acertó un golpe con el cual lo dejó noqueado. Lo alcanzo a sostener para que no callera al piso y lo soltó afuera del consultorio recostado sobre el frío del parqué. Cerró la puerta con llave para evitar más interrupciones por parte de Esteban. Corrió al lado de Julieta, la cual se encontraba inestable. Lo detectó porque podía apreciar su estado, ya que a pesar de que tenía sus ojos cerrados, se veía como los movía de un lado a otro rápidamente.
—Alizeé necesito que te tranquilices y dejes de pensar en Allan y Dante. Solo quiero que te concentres en que ya sabes dialogar en francés. ¿Recuerdas cómo se escribe y se habla?
—Sí.
—¿Te sientes bien?
—Sí.
Erick no tenía mucho tiempo para sacar a Julieta del trance. Debido a que, si volvía en sí, Esteban podía ocasionar un verdadero daño en la estabilidad mental de la muchacha. La hizo ingresar al ascensor y volver en sí en tiempo récord. Justo cuando aporreaba la puerta del consultorio.
—¿Qué pasó? —, preguntó desorientada al escuchar los golpes y los gritos.
—Una diferencia irreconciliable entre Esteban y yo. Si me disculpas. Me retiro a mi habitación a descansar un poco.
—¿Pero funciono lo del francés?
—¿Dímelo tú? Estamos charlando en francés desde que volviste en sí.
Julieta tomó conciencia de cómo hablaba y se sobresaltó. No esperaba que fuera tan efectivo. De hecho, lo hacía tan bien que ni siquiera tenía que pensarlo.
Erick se dirigió a la puerta y la abrió. Acto seguido Esteban lo tomó del cuello estrellándolo contra la pared.
—No te golpeo porque te tengo mucho respeto, pero no me vuelvas a poner la mano encima.
—¡Qué gracioso! Yo te pegué precisamente porque perdiste el respeto que sentía por ti como colega. No te preocupes por que eso ocurra de nuevo. Mañana hablamos al respecto y afortunadamente para ti estoy próximo a marcharme a Europa.
Erick se zafó del agarre de Esteban y salió del consultorio.
—¿Te encuentras bien, Jully?
—Sí. ¿Qué pasó?
—Discordamos por la sesión.
—¿Estás molesto porque voy a buscar a Dante?
Julieta lo preguntó casi sin querer, pero no sabía qué había sucedido en la sesión. Realmente no se acordaba de mucho, quizás con los días pudiera entender todo. Ya que solo recordaba el profundo amor que sintió por el hombre que conoció cuando fue Alizeé. Lo raro era que casi se podía igualar a lo que sentía por Esteban, pero más fuerte. De hecho, él había sido el único caballero con el que compartió intimidad en su vida, siendo Alizeé. La hacía lamentar el comparar lo que sentía por dos hombres, pensaba que los traicionaba de cierta manera. Después de la sesión había decidido que no quería aplazar la búsqueda de Dante. Si él sufría por Julieta como ella por él. No le parecía correcto hacer eso, aunado a que estaba de por medio la vida de su hijo. Era claro que no podía dejar de lado a los dos amores de su existencia. Tan solo por la lujuria incontrolable que experimentaba por Esteban. De repente sentía que era equiparable a un animal. No se podía controlar, o razonar cuando tocaba al hombre que revolucionaba sus hormonas de manera sorprendente. Le pedía a Dios que en cuanto encontrara a Dante pudiera sentir mucho más por él. Que ese sentimiento fuera más fuerte, para que la llenara de valor y así poder apartarse de Esteban.
—No te voy a mentir. Más que molesto, me encuentro decepcionado. Aun así, me interesa que sepas que deseo permanecer para ti, en todo lo que se te ofrezca o necesites. Si buscar al que fue tu esposo te hace feliz, permíteme estar contigo hasta el último momento en que lo encuentres. ¿Qué te parece?
Julieta brincó a sus brazos llena de felicidad. En su afán de compensarlo, comenzó a colmarlo de besos por todo el rostro, como una desesperada.
—¿Qué te parece si hoy duermes aquí en mi habitación? Mañana prometo llevarte a la posada.
—Me encanta la idea.
Él la tomó de la mano, llevándola de inmediato a su recámara. Se la pasaron el resto del día y de la noche haciendo el amor lentamente y en silencio para no molestar a Erick con su pasión desenfrenada.
ESTÁS LEYENDO
Amor Entre el Tiempo.
RomanceSueños, enfermedad, visiones, son las cosas que empiezan a moverte el piso, una sesión de hipnosis te hace descubrir que estás entre dos hombres, debido a tu reencarnación, a cuál elegirías: amor o lujuria.