Cuando Julieta bajó del coche. Se quedó perdida por la vista del lugar. Le pareció que miraba un hermoso cuadró antiguo que la llenaba de paz y tranquilidad. Se encontró con una linda cabaña coloreada con blanco y rojo muy cercana al mar. A unos metros se ubicaba un enorme faro níveo. El cual lanzaba su luz sin descanso a las profundidades de la espesa neblina que se había empezado a formar. Gracias a la noche y el clima.
Al ingresar a la posada. Fueron recibidos por la dueña Mila. Una anciana con gestos gentiles, que amablemente le hizo el registro de su entrada a la posada. Le indicó cuál sería su habitación. La acompañó hasta esta. Esteban la escolto en todo momento, ya que estuvo ayudándole a cargar sus maletas. Lo que lo hacía el botones designado.
Mila se retiró del lugar con su gato en brazos pensando que Julieta no sabía bien inglés, debido al hecho de que al parecer no había llenado correctamente la ficha de ingreso por internet. Estaba claro para ella que era una pareja la que rentó la habitación y no solo una persona. Corrigió la ficha. Decidió no decir nada y así no avergonzar a la mujer delante de su hombre.
Era una cabaña muy cálida, aunque austera. No se le podía pedir más, por el hecho de que estaba abierto desde mil novecientos veinte. Al parecer era prioridad para las dueñas que no perdiera su encanto histórico. Julieta corrió las cortinas. A pesar de que el exterior se encontraba en penumbras. En el lugar se podía apreciar el mar y como rompían sus olas contra la orilla rocosa. Esto gracias a la luz de la luna y del faro que se encontraba algunos metros separados de la propiedad.
Julieta volteó y vio que Esteban bajaba sus maletas a un lado del closet de madera. Empezó a sentir más caldeado el ambiente, como si la temperatura se hubiera elevado varios grados. Se acercó a ella y le tendió su mano para estrecharla en señal de despedida. En cuanto la joven posó sus dedos en su tibia y suave piel. Sintió un montón de mariposas revolotear primero en su abdomen y luego por todo su cuerpo. Provocándole a su vez un sentimiento de añoranza y de una pasión contenida que desconocía que guardaba en su interior. Esteban la miraba de la misma forma. También tenía las pupilas dilatadas por el choque de electricidad producido al contacto con su piel. La muchacha no lo pensó más y dio rienda suelta a lo que sentía, ya que era más fuerte que ella. Se reprochó por no haber guardado las distancias con él, pero el pensamiento fue tan fugaz que no pudo prestarle mayor atención. Con su mano libre tocó su pelo. Comenzó a darle pequeños besos a lo largo de toda su boca. Le fascinó sentir sus labios contra los de él. Más que un beso era como si se tratara de explorar la carnosidad y textura. Es igual a cuando alguien atesora mucho algo. Por lo que sus movimientos se hacen tan lentos, para tratar de recordar el momento en un futuro. Él se mantenía inmóvil con los ojos cerrados. Se permitió sentir el roce de sus labios, con los de ella. Se encontraba extasiado por la suavidad de los besos, pero cuando empezó a temblar por la anticipación del momento. Abrió sus ojos tomándola del cuello y comenzó a besarla con ímpetu explorando su boca. Saboreando su esencia que era exquisita. La chica también empezó a temblar. Pasó sus dos brazos alrededor de su cuello para pegarse a su cuerpo, ya que lo único que quería en esos momentos era poder fundirse con él. Que sus almas se fusionaran y fueran un solo ser.
Al entender la muda invitación. Esteban comenzó a desvestirla sin dejar de besarla más que para tomar aire. Cuando finalmente se encontraban libres de cualquier prenda. Con cuidado, la acercó a la cama. Se recostaron los dos. Él quedó a su lado.
Dejó de besarla para contemplar su hermoso cuerpo. Jully comenzó a sentirse avergonzada, pero él no se lo permitió. Antes de que pudiera decir palabra alguna. Inició de nuevo besando su cuello. Lo cual hizo que a Julieta se le pusiera la piel de gallina por las sensaciones. Bajó su mirada y al ver sus pezones en punta comenzó a llenarlos de besos. Se maravilló de que pudieran ser tan hermosos y apetecibles como dos frutas maduras puestas para su deleite. Reanudó su tarea de rendirles tributo a tan hermosos pechos con su lengua y labios. Eso no le impidió que continuara explorando su cuerpo. Con su mano se abrió paso entre las piernas. Comenzó acariciándolas de arriba abajo. Acercándose de cuando en cuando a los risos que protegían el centro de su feminidad. El realizar esos movimientos tan rítmicos. Provocó que Julieta moviera su cabeza de un lado a otro. Jadeando por las sensaciones que percibía en ese momento. La hacía sentir tan plena, como nunca antes lo había experimentado. Finalmente, gracias a sus súplicas. Él subió su mano poco a poco hasta encontrar su clítoris. Empezó hacer movimientos en círculos de una forma tan deliciosa que Julieta estaba a punto de explotar, pero quería más. Lo anhelaba a él dentro de ella. Antes de que no se pudiera controlar. Se levantó parándolo de golpe. Agitada, le pidió entre súplicas y desesperación que se uniera a ella en el placer.
—Por favor, estoy a punto de estallar. Quiero que estés dentro de mí cuando pase.
—No tengo protección.
—Yo tomo la píldora.
Esteban no dijo nada más. Se subió arriba de ella y la penetró lentamente. Lo que hizo que Julieta abriera desmesuradamente sus ojos por la sorpresa, ya que el tamaño de su miembro era mayor a lo que ella estaba acostumbrada con Roberto. No fue ningún problema, por el hecho de que se encontraba más que lista para recibirlo. Cuando él comenzó a moverse rítmicamente. Su cuerpo ya no percibió nada más que la increíble satisfacción. Julieta llegó antes a la cima y segundos después él la acompañó. Fue tan sublime que los dos reían. Jadeaban por lo intenso que había sido. Ninguno sintió nada parecido con otra persona al hacer el amor. Más, sin embargo, estos pensamientos quedaron guardados en sus respectivas cabezas. Debido a que ninguno se atrevió a comentarlo.
Todo había sido tan sublime que casi se podía comparar su unión como si dos planetas colisionaran y terminaran fusionándose por el evento.
En cuanto sus cuerpos recuperaron su ritmo normal. Los dos se miraron extasiados, pero no se atrevieron a proferir palabra alguna por temor a romper la burbuja que habían creado alrededor de ellos. Se besaron y se abrazaron. Se sentían vacíos si no estaban en contacto piel con piel.
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Amor Entre el Tiempo.
RomanceSueños, enfermedad, visiones, son las cosas que empiezan a moverte el piso, una sesión de hipnosis te hace descubrir que estás entre dos hombres, debido a tu reencarnación, a cuál elegirías: amor o lujuria.