24.- Cambios y transformaciones

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Julieta se despertó muy tarde, vio la hora en su celular y eran las diez de la mañana, recordó que se pasó toda la noche hablando con Esteban, era tan profundo. Vio en su buró el bloc en el que había ilustrado la visión que tuvo del descansillo de la escalera. Se paró en piloto automático de la cama, se calzó con sus tenis, tomo el dibujo, iPhone, su cartera y salió del apartamento, caminando sin rumbo fijo alrededor de media hora. Entro a una estética, entrego el dibujo y pidió con voz plana, sin ninguna emoción, como si se tratara de un autómata, que le hicieran un corte de cabello igual al de la chica del dibujo. Que le aplicaran un tinte rubio, con destellos cenizos. Y que le realizaran un peinado de ondas al agua. Un maquillaje con sombras en tonalidades rosas y negro con un fuerte delineado, lo cual hacía que sus ojos cafés resaltaran más con el maquillaje. Los labios los pidió rojo mate. Las muchachas de la estética quedaron encantadas con la imagen final, la estilista que la peinó y maquilló le dijo que parecía una chica de los años veinte. Julieta asintió viendo su reflejo en el gran espejo frente a ella. Tomo su cartera y pagó. Partió del lugar sin pronunciar palabra.

Al salir de la estética continúo caminando, tanto que llego al centro de la ciudad. Paso al lado de una tienda de ropa de segunda, que tenía el nombre de lo mejor de todos los tiempos. Miró el aparado y descubrió un hermoso vestido de fiesta negro con fondo tinto. Amo el gran trabajo de pedrería que decoraban el traje, se había enamorado de él, a primera vista. La dependienta al verla parada frente al aparador y que no se animaba a ingresar al lugar, salió y se presentó ante ella.

—Hola chica, si gustas puedes pasar y probártelo, si lo que te agrada es la época de los años veinte, has llegado al lugar indicado, tengo varios modelitos que te quedarán perfectos con el cuerpo que te cargas, además cuento con sistema de apartado o pago con tarjeta, mi nombre es Margarita y estoy a tus órdenes para lo que gustes guapa.

Julieta volteó a verla, pero a la dependienta le pareció vacía su mirada. Asintió con la cabeza y entro al local sin mediar palabra. Señalo la prenda del aparador y Margarita se lo entrego para que se lo probara. Salió del vestidor con una sonrisa en sus labios, no hablaba, pero giraba frente al espejo, admirando lo bien que le quedaba. Era como si la ropa hubiera sido hecho para ella en especial. Se veía hermosa, Margarita le pasó seis modelos más de la época, así como unos zapatos que hacían juego con el atuendo que se había probado primero. Se puso todo y al terminar agrego un abrigo de terciopelo negro con un gorro. Tomo el vestido de fiesta que se había probado al principio se lo puso de nuevo. Busco su tarjeta de crédito en su bolsa y se la entregó a Margarita, la cual le cobrara todo. Le dio la pijama y tenis que traía al momento que llego para que los guardara en las bolsas de las compras. Cuando estaba firmando el "voucher", su celular empezó a sonar con insistencia. La dependienta no aguantó más y le preguntó si no lo respondería. Que podría ser una emergencia. Lo saco de su bolsa y contesto.

—¡No cuelgues por favor Julieta! Soy Herminia, si de verdad me aprecias en algo dame la oportunidad de entender todo. Te veo en media hora en el Starbucks de la gran plaza. Por favor no me dejes plantada. Ahí te veo. —Como Herminia no escucho ninguna respuesta por parte de la ex prometida de su hijo, colgó el teléfono, pidiéndole a Dios que se presentara en el lugar.

Julieta terminó la llamada y abrió su aplicación de Uber para dirigirse a la plaza comercial al Starbucks. Margarita le entrego sus cosas y salió a esperar el automóvil de alquiler.

El coche llegó y lo abordó. El chofer la saludo con amabilidad por su nombre, pero solo asintió. Al conductor se le hizo rara su actitud, más no dijo nada y continuó con el viaje. La llevo a su destino, pero llego con diez minutos de retraso del tiempo en el que la habían citado. El tráfico era fatal a la hora pico de la ciudad. Entro y la vio sentada en la mesa más apartada del local, estaba bebiendo un café y revisando constantemente su celular. En cuanto llego a su lado, levantó la cabeza y la observó de arriba abajo. De no ser por su rostro, no la había reconocido. Era como si estuviera viendo un fantasma del pasado de los años veinte. Hasta su actitud le pareció rara. Herminia se paró de su silla y la abrazo besándola en la mejilla.

Amor Entre el Tiempo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora