Comieron un delicioso estofado con verduras gracias a Esteban. En cuanto terminaron el banquete, la chica agradecida por las atenciones se encargó de levantar la mesa y lavar los platos.
Pasaron al consultorio que se hallaba dentro de la casa para poder llevar a cabo la sesión. Julieta se encontraba nerviosa porque sabía que Esteban no estaba muy de acuerdo con el procedimiento. Al menos eso fue lo que le transmitió mientras compartieron la mesa. Él se veía muy incómodo, debido a los comentarios del doctor Erick, Ella, a consecuencia de eso, no paraba de pensar que no estaba siendo totalmente sincera con Esteban, ya que no le contó la verdad con el incidente ocurrido por la mañana en la playa. No sabía cómo darle la noticia de que había descubierto lo que tenía que hacer para avanzar, y transformarse en un ser de luz. Lo cierto era que se encontraba muy confundida al respecto de eso. Su mente colisionaba contra el querer y el deber ser.
No estaba segura de seguir con la búsqueda de Dante. Julieta se sentía muy bien con Esteban y si lo que decía el doctor era cierto, igual podía demorar para otra vida la búsqueda de su esposo. Aún no estaba enterada de las posibles repercusiones que le podrían acarrear, si no seguía el llamado de Alizeé. Tampoco quería preguntarle al doctor frente a Esteban y que este se enterara de lo que tenía que hacer. Su mayor miedo era que él también la alentara a buscar a Dante y se apartara de su lado. No se sentía preparada para despedirse del hombre del que se estaba enamorando.
—Julieta, debido a que tienes una relación estrecha con Esteban. No sería ético por parte de él que realice la sesión. Al menos yo no lo recomiendo, así que si no te importa la voy a llevar a cabo yo. Si no te sientes a gusto, le puedo pedir a Esteban que salga del consultorio.
—No tengo problemas con que se quede. Le pido que me obsequie unos minutos para platicar con él en privado. Antes de que inicie la sesión, por favor.
—Estaré en mi habitación. En cuanto terminen de charlar. Me buscan en el instante que estén listos —. Erick salió del consultorio y subió las escaleras para ir a su recámara.
Esteban había oído todo y estaba renuente a escuchar a Julieta. Por alguna razón le daba miedo lo que le pudiera decir. Tenía el presentimiento de que no le gustaría nada lo que escucharía a continuación.
—¡Te mentí! Me siento mal por omitir cosas que platiqué con el doctor. Ahora creo que tengo que ser lo más sincera que pueda contigo.
—Si no me lo dijiste es porque no es realmente importante. Por lo tanto, no lo deseo escuchar.
—Es relevante, al menos para mí. Te confieso que no sé si lo quiero hacer en realidad. Sin embargo, sé que lo tengo que hablar contigo.
—Adelante entonces.
—Regresé a esta vida, porque dejé asuntos inconclusos en la otra. Uno de ellos es encontrarme con el que era mi esposo, que se llamaba Dante, ya que Alizeé estaba enamorada de él. Al parecer debemos continuar donde lo dejamos. Es decir, procrear de nuevo un bebé y que esta vez sí lo pueda dar a luz—, Julieta derramó una lágrima al momento de hablar de su hijo perdido.
Esteban fue a cerrar la puerta de su consultorio. El escuchar a Julieta, le hizo que sintiera como si el piso se abriera con la finalidad de tragárselo. Desesperado trató de asimilar lo que escuchó. Lo que más le había rasgado el corazón fue la parte de la criatura. Se sintió impotente por no contar con la posibilidad de ser el padre de ese pequeñín. Él amaba a Julieta y quería estar con ella. No obstante, que le podía decir, vive conmigo esta existencia, sé mía. Sé el amor de mi vida, y yo trataré de ser el tuyo. Cómo proclamar esas palabras, cuando sabes que no puede ser así. Que por más que lo intentes, jamás será posible. Le pedía al ser de luz más celestial de la existencia y al universo que en la siguiente reencarnación ella pudiera amarlo como él lo hacía con su persona. Sabía que era envidioso, pero se negaba a perderla.
—¿Me escuchaste Esteban? Te quedaste ido.
Julieta había caminado hasta él. Se puso enfrente para que la viera, ya que parecía que no estaba ahí. Sus hermosos ojos se veían vacíos mirando a la nada.
—Te escuché. No sabes cómo me gustaría ser Dante en esta vida.
En cuanto pronunció las palabras. Esteban derramaba lágrimas de frustración, de las cuales no era consciente que desembocaban desde sus ojos. Hasta que su amada Julieta se lo hizo saber, cuando levanto su mano derecha. Con sus dedos, trató de limpiar el rostro del hombre con el que tenía una conexión que jamás había experimentado con otro ser humano. En cuanto tuvieron contacto de piel con piel se volvieron unas fieras. Comenzaron a besarse duramente. Era una bomba combinada de: desesperación, frustración y enojo. No lo podían evitar, chispas volaban por el aire.
Se despojaron de las ropas rápidamente. Esteban cargó a Julieta haciéndola que lo abrasara alrededor de sus caderas con las piernas. Lo aferraba con sus brazos por el cuello. Se besaban desesperados. Caminó con su mujer cargándola de esa forma. Hasta el sofá donde los pacientes se colocaban para recibir las sesiones. Ella quedó arriba de Esteban y con rapidez hizo que la penetrara. Empezó a cabalgar sobre él. Estaba fascinada con la posición, debido a que podía marcar el ritmo. Esteban comenzó a masajear sus pezones. Jully se desbarataba de la satisfacción que se producía al moverse frenéticamente contra él. Sentía tanto placer y la necesidad de fundirse era tan excelsa que no tardaron en llegar juntos a la cumbre del éxtasis.
Comenzaron a besarse tiernamente en cuanto acabaron de hacer el amor. Estuvieron acostados, desnudos en el sofá durante más de media hora. No paraban de acariciarse y de darse pequeños besos. Julieta pensó que no le interesaba buscar a Dante. Más, sin embargo, si quería aprender todo lo que pudiera de quién era ella en la otra vida, por lo que ocupaba el francés para recopilar los datos suficientes con la finalidad de que, si decidía buscar a Dante en la siguiente vida, tuviera las pistas necesarias y que todo fuera más fácil. Era importante conversar con el maestro Erick al respecto. No quería afectar a Esteban de ninguna forma.
—Tenemos que vestirnos y hablarle al doctor.
El hombre enamorado se paró sin mediar palabra con Julieta. Molesto por lo que escuchó. Comenzó a ponerse sus prendas de ropa. Salió del consultorio sin esperar a que ella pudiera decir algo. Julieta, alarmada, brincó del sillón por su comportamiento. Rápido se puso la ropa interior y su vestido. Como la casa de Esteban tenía calefacción, ya hacía rato que no traía su chamarra. Fue hacia el baño a retocarse el pelo alborotado. Tomó un aromatizante para esparcirlo por el consultorio y tratar de borrar el aroma de la pasión. Se sentó a esperarlos, en el sillón donde habían hecho el amor minutos antes.
ESTÁS LEYENDO
Amor Entre el Tiempo.
RomanceSueños, enfermedad, visiones, son las cosas que empiezan a moverte el piso, una sesión de hipnosis te hace descubrir que estás entre dos hombres, debido a tu reencarnación, a cuál elegirías: amor o lujuria.